martes, 25 de junio de 2024

Licia (Cap VIII-Gorki, el gato-1era parte)

 


VIII

GORKI, EL GATO

 

El 14 de mayo de 1770, al acercarse al puente de Berna, en el extremo izquierdo del bosque de Compiègne, donde la esperaban Luis XV, sus tres hijas y su nieto, María Antonieta mostró un brillo singular en sus ojos. Un halo de grandeza envolvía aquella escultura que ya arrojaba frío.

Las Señoras , Luis XV y el delfín sólo conocieron a la hija de María Teresa por los retratos pictóricos de la época, uno más bello que otro. A los catorce años era una muchacha espléndidamente formada, con rostro ovalado, cutis color entre el lirio y la rosa, ojos azules y vivos capaces de ordenar a un santo, cuello largo y gallardo. Para el gusto francés, sólo una boca pequeña dotada del desdeñoso labio inferior de los Habsburgo resultaba desagradable.

La joven descendió de la carroza con vehemencia y se arrodilló a los pies de Luis XV. Él, le presentó a su nieto.

El delfín, Luis Augusto, tenía dieciséis años. Todavía se encontraba bajo la autoridad de su preceptor, el señor de La Vauguyon quien lo había educado con la consigna de que cada mujer era una cortesana en potencia. María Antonieta se acercó y lo besó en la mejilla. El delfín se ruborizó ante aquel acto fuera de protocolo.

Es una reina consumada por el garbo, su figura y sus atributos, y lo que es más valioso aún: se dice que es de bondad inestimable. Sus rasgos tienen a la vez un halo solemne de humildad y de candor. El rey, la corte y sobre todo el señor delfín parecen maravillados con ella.   (Señora Luisa)

Los futuros esposos se alejaron de los aposentos del rey rumbo a la capilla donde su matrimonio recibiría su consagración religiosa otorgada por el capellán monseñor de La Roche-Aymon, arzobispo de Reims.

María Antonieta llevaba un vestido de brocado blanco con botones de diamantes y el delfín un traje bordado en oro. La pareja era seguida por el rey, las Señoras , los príncipes, la señora de Noailles y otras setenta damas. La inmensa galería de los Espejos estaba poblada de personas que asistían al desfile ya la misa que se vio empañada por una intempestiva tormenta que no permitió fuegos artificiales ni luminarias. Los curiosos terminaron alejándose del lugar sin poder ver a María Antonieta, quien ya provocaba todo tipo de hipótesis y de habladurías.

Joven, bella, inteligente, heredera de  Habsburgo  y con un árbol genealógico impresionante, su llegada avivó también los celos del pequeño mundo de la nobleza versallesca y de las Múltiples y dudosas alianzas.

La joven delfina tenía miedo de no acostumbrarse a su nueva vida. Su espíritu se desplegaba a la complejidad ya la astucia de la vieja corte y al libertinaje del rey  Luis XV  y de su amante Madame du Barry. Su marido, tímido y reservado, la evitaba. Ella trataba de amoldarse al protocolo pero lo aborrecía…

 

Un mes después de la noche de bodas, el matrimonio todavía no se había consumado. El delfín se mostraba distante y tímido y ella, ante tales circunstancias, pensaba que no había podido seducirlo, que algo no marchaba bien, y que sería mucho más complicada la conquista de Versalles. Luis Augusto prefería la compañía de Morfeo después de sus jornadas de cacería.

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Licia. HERMANA MÍA.
-----------------María Antonieta, Palacio de Versalles-salón de los espejos-, Las gemelas, Luis XV, María Teresa de Austria, Francia.

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