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Federico García Lorca





***

"La luz lo dibuja todo,
sin ella no hay nada.
El mismo objeto depende de con qué luz lo puedas ver...
La luz habla,
va contando la historia de su recorrido
con sus sombras y formas.
Ésa es la luz que ven mis ojos,
pero es reflejo de una luz más importante que es
la luz interior."

Ouka Leele


Dos regalos



"Hay dos regalos
que debemos dar a nuestros hijos:
uno es raíces
y el otro alas."

***

La niñez es el corazón de todas las edades.




Posdata




¿Descubriré el sonido
de la luz
si arropo bien mis manos
y los pies
con un manojito de violetas?

Ketty Lis



Fórmulas de amor




En Turquía tienen una inclinación muy grande por los "lenguajes simbólicos". A una gran variedad de objetos los turcos le dan una significación especial relacionada con el amor:

PERLA
A la más bella de las jóvenes.

CLAVEL
Te amo desde hace largo tiempo.

PERA
Dame alguna esperanza.

PAPEL
Estoy a punto de desvanecerme por amor.

ROSA
Que tus tristezas sean las mías.

CANELA
Mis riquezas son tuyas.

PIMIENTA
Envíame una respuesta.

NARCISO
Ten piedad de mi amor.



"¿A qué jugabas, abuela?"



Ésta es una pregunta frecuente de todos los niños.
Por eso,
el libro del montevideano Ignacio Martínez,
referente a la literatura infantil y juvenil,
comienza con una escena familiar,
un día de lluvia,
donde la abuela cariñosa accede a contar a sus nietos
las fantásticas historias
que vivió cuando era chica.

Así se van sucediendo cuentos increíbles
que invitan a participar a cualquiera
que los escuche o los lea,
haciendo de cada página un momento
de ensoñación y regocijo.


El amanecer




El amanecer
es un animalito
que entra sin hacer ruido.
Es tan pequeño
que pasa por debajo de la puerta.

Ak`Abal

Las zapatillas rojas


Hace mucho, mucho tiempo, vivía una hermosa niña que se llamaba Karen. Su familia era muy pobre, así que no podía comprarle aquello que ella deseaba por encima de 
zapatillas-rojas31todas las cosas: unas zapatillas de baile de color rojo. Porque lo que más le gustaba a Karen era bailar, cosa que hacía continuamente. A menudo se imaginaba a sí misma como una estrella del baile, recibiendo felicitaciones y admiración de todo el mundo.
Al morir su madre, una atesorada señora acogió a la niña y la cuidó como si fuera hija suya. Cuando llegó el momento de su puesta de largo, la llamó a su presencia:
- Ve y cómprate calzado adecuado para la ocasión – Le dijo su benefactora alargándole el dinero.
Pero Karen, desobedeciendo, y aprovechando que la vieja dama no veía muy bien, encargó a la zapatera un par de zapatos rojos de baile.
El día de la celebración, todo el mundo miraba los zapatos rojos de Karen. Incluso alguien hizo notar a la anciana mujer que no estaba bien visto que una muchachita empleara ese tono en el calzado. La mujer, enfadada con Karen por haber desobedecido, la reprendió allí mismo:
- Eso es coquetería y vanidad, Karen, y ninguna de esas cualidades te ayudará nunca.
Sin embargo, la niña aprovechaba cualquier ocasión para lucirlos.
La pobre señora murió al poco tiempo y se organizó el funeral. Como había sido una persona muy buena, llegó gente de todas partes para celebrar el funeral. Cuando Karen se vestía para acudir, vio los zapatos rojos con su charol brillando en la oscuridad. Sabía que no debía hacerlo, pero, sin pensárselo dos veces, cogió las zapatillas encantadas.the-red-shoes
-¡Estaré mucho más elegante delante de todo el mundo!- se dijo.
Al entrar en la iglesia, un viejo horrible y barbudo se dirigió a ella:
-¡Qué bonitos zapatos rojos de baile! ¿Quieres que te los limpie?- le dijo.
Karen pensó que así los zapatos brillarían más y no hizo caso de lo que la señora siempre le había recomendado sobre el recato en el vestir. El hombre miró fijamente las zapatillas, y con un susurro y un golpe en las suelas les ordenó:
-¡Ajustaos bien cuando bailéis!
Al salir de la iglesia, ¡Cuál sería la sorpresa de Karen al sentir un cosquilleo en los pies! Las zapatillas rojas se pusieron a bailar como poseídas por su propia música. Las gentes del pueblo, extrañadas, vieron como Karen se alejaba bailando por las plazas, los prados y los pastos. Por más que lo intentara, no había forma de soltarse los zapatos: estaban soldados a sus pies, ¡y ya no había manera de saber qué era pie y qué era zapato!
Pasaron los días y Karen seguía bailando y bailando. ¡Estaba tan cansada…! y nunca se había sentido tan sola y triste. Lloraba y lloraba mientras bailaba, pensando en lo tonta y vanidosa que había sido, en lo ingrata que era su actitud hacia la buena señora y la gente del pueblo que la había ayudado tanto.
- ¡No puedo más!- gimió desesperada -¡Tengo que quitarme estos zapatos aunque para ello sea necesario que me corten los pies!
The_Red_Shoes_by_SquidPigKaren se dirigió bailando hacia un pueblo cercano donde vivía un verdugo muy famoso por su pericia con el hacha. Cuando llegó, sin dejar de bailar y con lágrimas en los ojos gritó desde la puerta:
-¡Sal! ¡Sal! No puedo entrar porque estoy bailando.
-¿Es que no sabes quién soy? ¡Yo corto cabezas!, y ahora siento cómo mi hacha se estremece.- dijo el verdugo.
-¡No me cortes la cabeza -dijo Karen-, porque entonces no podré arrepentirme de mi vanidad! Pero por favor, córtame los pies con los zapatos rojos para que pueda dejar de bailar. Pero cuando la puerta se abrió, la sorpresa de Karen fue mayúscula. El terrible verdugo no era otro que el mendigo limpiabotas que había encantado sus zapatillas rojas.
-¡Qué bonitos zapatos rojos de baile!- exclamó -¡Seguro que se ajustan muy bien al bailar!- dijo guiñando un ojo a la pobre Karen
-Déjame verlos más de cerca….
Pero nada más tocar el mendigo los zapatos con sus dedos esqueléticos, las zapatillas rojas se detuvieron y Karen dejó de bailar. Aprendió la lección, las guardó en una urna de cristal y no pasó un solo día en el que no agradeciera que ya no tuviera que seguir bailando dentro de sus zapatillas rojas.
Andersen

El ratoncito Pérez





Érase una vez Pepito Pérez , que era un pequeño ratoncito de ciudad , vivía con su familia en un agujerito de la pared de un edificio. 

El agujero no era muy grande pero era muy cómodo, y allí no les faltaba la comida. Vivían junto a una panadería, por las noches él y su padre iban a buscar harina y todo lo que encontraban para comer. Un día Pepito escuchó un gran alboroto en el piso de arriba. Y como ratón curioso que era trepó y trepó por las cañerías hasta llegar a la primera planta. Allí vio un montón de aparatos, sillones, flores, cuadros..., parecía que alguien se iba a instalar...

Al día siguiente Pepito volvió a subir a ver qué era todo aquello, y descubrió algo que le gustó muchísimo. En el piso de arriba habían puesto una clínica dental. A partir de entonces todos los días subía a mirar todo lo que hacía el doctor José Mª. Miraba y aprendía, volvía a mirar y apuntaba todo lo que podía en una pequeña libreta de cartón. Después practicaba con su familia lo que sabía. A su madre le limpió muy bien los dientes, a su hermanita le curó un dolor de muelas con un poquito de medicina.

Y así fue como el ratoncito Pérez se fue haciendo famoso. Venían ratones de todas partes para que los curara. Ratones de campo con una bolsita llena de comida para él, ratones de ciudad con sombrero y bastón, ratones pequeños, grandes, gordos, flacos... Todos querían que el ratoncito Pérez les arreglara la boca.

Pero entonces empezaron a venir ratones ancianos con un problema más grande. No tenían dientes y querían comer turrón, nueces, almendras, y todo lo que no podían comer desde que eran jóvenes. El ratoncito Pérez pensó y pensó cómo podía ayudar a estos ratones que confiaban en él. Y, como casi siempre que tenía una duda, subió a la clínica dental a mirar. Allí vio cómo el doctor José Mª le ponía unos dientes estupendos a un anciano. Esos dientes no eran de personas, los hacían en una gran fábrica para los dentistas. Pero esos dientes, eran enormes y no le servían a él para nada. 

Entonces, cuando ya se iba a ir a su casa sin encontrar la solución, apareció en la clínica un niño con su mamá. El niño quería que el doctor le quitara un diente de leche para que le saliera rápido el diente fuerte y grande. El doctor se lo quitó y se lo dio de recuerdo. El ratoncito Pérez encontró la solución: "Iré a la casa de ese niño y le compraré el diente", pensó. Lo siguió por toda la ciudad y cuando por fin llegó a la casa, se encontró con un enorme gato y no pudo entrar. El ratoncito Pérez esperó a que todos se durmieran y entonces entró a la habitación del niño. El niño se había dormido mirando y mirando su diente, y lo había puesto debajo de su almohada. Al pobre ratoncito Pérez le costó mucho encontrar el diente, pero al fin lo encontró y le dejó al niño un bonito regalo.

A la mañana siguiente el niño vio el regalo y se puso contentísimo y se lo contó a todos sus amigos del colegio. Y a partir de ese día, todos los niños dejan sus dientes de leche debajo de la almohada. Y el ratoncito Pérez los recoge y les deja a cambio un bonito regalo.

Cuento de Luis Coloma




El ratoncito Pérez es un personaje de leyenda muy popular
entre los niños españoles e hispanoamericanos.
Al igual que el hada de los dientes de los países de habla inglesa,
cuando a un niño se le cae un diente
lo coloca debajo de la almohada mientras duerme
y, según la tradición,
este personaje se lo cambia por un pequeño regalo o por monedas.

***

El niño incomprendido



No hay niño
que requiera
más atención
que aquel que un día fuiste.

Recuérdalo,
acógelo,
sánalo.

Rafael Vidac


Ricitos de oro




Érase una vez una tarde , se fue Ricitos de Oro al bosque y se puso a coger flores. Cerca de alli, había una cabaña muy bonita , y como Ricitos de Oro era una niña muy curiosa , se acercó paso a paso hasta la puerta de la casita y empujó.
La puerta estaba abierta y vió una mesa.

Encima de la mesa había tres tazones con leche y miel. Uno , era grande; otro, mediano; y otro, pequeño. Ricitos de Oro tenia hambre, y probó la leche del tazón mayor. ¡Uf! ¡Está muy caliente!
Luego, probó del tazón mediano. ¡Uf! ¡Está muy caliente! Después, probó del tazón pequeñito, y le supo tan rica que se la tomó toda, toda.

Había también en la casita tres sillas azules: una silla era grande, otra silla era mediana, y otra silla era pequeñita. Ricitos de Oro fue a sentarse en la silla grande, pero ésta era muy alta. Luego, fue a sentarse en la silla mediana pero era muy ancha. Entonces, se sentó en la silla pequeña, pero se dejó caer con tanta fuerza, que la rompió.

Entró en un cuarto que tenía tres camas. Una, era grande; otra, era mediana; y otra, pequeña.
La niña se acostó en la cama grande, pero la encontró muy dura. Luego, se acostó en la cama mediana, pero también le pereció dura.

Después, se acostó, en la cama pequeña. Y ésta la encontró tan de su gusto, que Ricitos de Oro se quedó dormida.
Estando dormida, llegaron los dueños de la casita, que era una familia de Osos, y venían de dar su diario paseo por el bosque mientras se enfriaba la leche. Uno de los Osos era muy grande, y usaba sombrero, porque era el padre. Otro, era mediano y usaba cofia, porque era la madre. El otro, era un Osito pequeño y usaba gorrito: un gorrito muy pequeño.

El Oso grande, grito muy fuerte: 

-¡Alguien ha probado mi leche! 
El Oso mediano, gruño un poco menos fuerte: 
-¡Alguien ha probado mi leche! El Osito pequeño dijo llorando con voz suave: se han tomado toda mi leche!

Los tres Osos se miraron unos a otros y no sabían que pensar.
Pero el Osito pequeño lloraba tanto, que su papá quiso distraerle. Para conseguirlo, le dijo que no hiciera caso , porque ahora iban a sentarse en las tres sillas de color azul que tenían, una para cada uno.

Se levantaron de la mesa, y fueron a la salita donde estaban las sillas.
¿Qué ocurrió entonces?.
El Oso grande gritó muy fuerte:
 -¡Alguien ha tocado mi silla!
 El Oso mediano gruñó un poco menos fuerte:
 -¡Alguien ha tocado mi silla! 
El Osito pequeño dijo llorando con voz suave: 
-Se han sentado en mi silla y la han roto!

Siguieron buscando por la casa, y entraron en el cuarto de dormir. El Oso grande dijo:

 -¡Alguien se ha acostado en mi cama!
 El Oso mediano dijo: 
-¡Alguien se ha acostado en mi cama!
Al mirar la cama pequeñita, vieron en ella a Ricitos de Oro, y el Osito pequeño dijo:
-¡Alguien esta durmiendo en mi cama!

Se despertó entonces la niña, y al ver a los tres Osos tan enfadados, se asustó tanto, que dio un salto y sali de la cama.
Como estaba abierta una ventana de la casita, salto por ella Ricitos de Oro, y corrio sin parar por el bosque hasta que encontró el camino de su casa.




Normalmente considerada como una historia folclórica anónima, tal vez escocesa, o como material recogido por los hermanos Grimm, cobró fama a partir de la primera edición en 1837 en forma de texto en prosa compuesto por Robert Southey, basado en una versión antigua y que aparecía en su obra The Doctor.

El mantel de mi casa



Es un río de alegría
el mantel de mi casa
a la hora de ponerlo
mi madre canta y me abraza.

A veces es rojo a cuadros
otras verde, otras bordado,
igualmente yo me siento
por su encanto cautivado.

Él no sólo representa
la hora de la comida,
para mí es un símbolo
de la familia reunida.

Yo lo miro atentamente
en el almuerzo y en la cena
y lo veo muy contento
si entre nosotros no hay pena.

Gerardo Theyler

Decirte...





Si solamente pudiera decirte...

que no corras por ese sendero recto
que ocupa un leve espacio en el tiempo. . .

Decirte...
que juegues más con los colores. . .,
que tu oído sea más sensible al canto de los pájaros. . .

Decirte...
que los "grandes" no siempre comprendemos que tu mundo
revestido de inocencia no es sólo alegría. . .

Decirte...
que siempre habrá una caída 
y un pantalón deshilachado
pero que la vida es hermosa porque todos los días,
inevitablemente,
los hilos dorados del sol 
acariciarán tu piel
aunque la lluvia roce tus mejillas. . .

Si solamente pudiera decirte...
podría contarte ya
el sentido de todas las cosas.

Liliana Díaz.




El hada y la sombra




Hace mucho, mucho tiempo, mucho antes incluso de que los hombres  llenaran la tierra y construyeran sus grandes ciudades , existía un lugar misterioso, un gran y precioso lago, rodeado de grandes árboles y  custodiado por un hada, al que todos llamaban: hada del lago. Era justa y muy generosa,  y sus vasallos estaban siempre dispuestos a servirla. Pero de pronto llegaron unos malvados seres que amenazaron el lago, sus bosques y a sus habitantes. Tal era el peligro, que el hada solicitó a su pueblo que se unieran a ella, pues había que hacer un peligroso viaje a través de ríos, pantanos y desiertos, con el fin de encontrar la Piedra de Cristal, que era la única salvación posible para todos.

El hada advirtió  que el viaje estaría plagado de peligros y dificultades, y de lo difícil que sería soportar la trayectoria, pero ninguno se echó hacia atrás. Todos prometieron acompañarla hasta donde hiciera falta, y aquel mismo día, partió hacia lo desconocido con sus  80 vasallos más leales y fuertes.

El camino fue mucho más terrible, duro y peligroso que lo predicho por el hada. Se tuvieron que  enfrentar a terribles bestias, caminaron día y noche y vagaron perdidos por un inmenso desierto, que parecía no tener fin, sufriendo el hambre y la sed. Ante tantas adversidades muchos se desanimaron y terminaron por abandonar el viaje a medio camino, hasta que sólo quedó uno, llamado Sombra. No era considerado como el más valiente del lago, ni el mejor luchador, ni tan siquiera el más listo o divertido, pero fielmente continuó junto a su hada sin desfallecer. Cuando ésta le preguntaba de dónde sacaba la fuerza para seguir y por qué no abandonaba como los demás, Sombra respondía siempre lo mismo "Mi señora, os prometí que os acompañaría a pesar de las dificultades y peligros, y eso es lo que hago."

Gracias a su leal Sombra el hada pudo por fin encontrar la cueva donde se hallaba la Piedra de Cristal, pero dentro había un monstruoso Guardián, grande y muy poderoso que no estaba dispuesto a entregársela. Entonces Sombra, en un gesto más de la lealtad que le profesaba al hada, se ofreció a cambio de la piedra, y se quedó al servicio del monstruo por el resto de sus días.

La poderosa magia de la Piedra de Cristal hizo que el hada regresara al lago inmediatamente y así pudo expulsar a los seres malvados, pero cada noche lloraba la ausencia de su fiel Sombra, pues gracias a aquel desinteresado y generoso compromiso surgió un amor más fuerte que ningún otro.

 Y en su recuerdo, el hada quiso mostrar a todos lo que significaba el valor de la lealtad y el compromiso, y regaló a cada ser de la tierra su propia sombra durante el día; pero al llegar la noche, todas las sombras acuden el lago, donde consuelan y acompañan a su triste hada.

Autor: Pedro Sacristán



Memoria del espejo




Se despertó la luna en el espejo
al desnudar su tiempo en el plateado;
quiso ser el lenguaje de un legado
y mostró a mis carencias su reflejo.

Pude verme con formas de infinito
en el severo mundo del cristal,
y a orillas de un silencio visceral,
entregué la figura donde habito.

Me quedé en las tinieblas retratada
para asistir mi paso de memoria
en su quieta retina, acorralada.

Mi rostro tiene el tiempo de una historia
y en el glacial abismo de la nada
puede ser geografía y trayectoria.

Frede Peralta Massare.

Bambi



Érase una vez un bosque donde vivían muchos animales y donde todos eran muy amiguitos. Una mañana un pequeño conejo llamado Tambor fue a despertar al búho para ir a ver un pequeño cervatillo que acababa de nacer. Se reunieron todos los animalitos del bosque y fueron a conocer a Bambi, que así se llamaba el nuevo cervatillo. Todos se hicieron muy amigos de él y le fueron enseñando todo lo que había en el bosque: las flores, los ríos y los nombres de los distintos animales, pues para Bambi todo era desconocido.

Todos los días se juntaban en un claro del bosque para jugar. Una mañana, la mamá de Bambi lo llevó a ver a su padre que era el jefe de la manada de todos los ciervos y el encargado de vigilar y de cuidar de ellos. Cuando estaban los dos dando un paseo, oyeron ladridos de un perro. “¡Corre, corre Bambi! -dijo el padre- ponte a salvo”. “¿Por qué, papi?”, preguntó Bambi. Son los hombres y cada vez que vienen al bosque intentan cazarnos, cortan árboles, por eso cuando los oigas debes de huir y buscar refugio.

Pasaron los días y su padre le fue enseñando todo lo que debía de saber pues el día que él fuera muy mayor, Bambi sería el encargado de cuidar a la manada. Más tarde, Bambi conoció a una pequeña cervatilla que era muy muy guapa llamada Farina y de la que se enamoró enseguida. Un día que estaban jugando las dos oyeron los ladridos de un perro y Bambi pensó: “¡Son los hombres!”, e intentó huir, pero cuando se dio cuenta el perro estaba tan cerca que no le quedó más remedio que enfrentarse a él para defender a Farina. Cuando ésta estuvo a salvo, trató de correr pero se encontró con un precipicio que tuvo que saltar, y al saltar, los cazadores le dispararon y Bambi quedó herido.

Pronto acudió su papá y todos sus amigos y le ayudaron a pasar el río, pues sólo una vez que lo cruzaran estarían a salvo de los hombres, cuando lo lograron le curaron las heridas y se puso bien muy pronto.

Pasado el tiempo, nuestro protagonista había crecido mucho. Ya era un adulto. Fue a ver a sus amigos y les costó trabajo reconocerlo pues había cambiado bastante y tenía unos cuernos preciosos. El búho ya estaba viejecito y Tambor se había casado con una conejita y tenían tres conejitos. Bambi se casó con Farina y tuvieron un pequeño cervatillo al que fueron a conocer todos los animalitos del bosque, igual que pasó cuando él nació. Vivieron todos muy felices y Bambi era ahora el encargado de cuidar de todos ellos, igual que antes lo hizo su papá, que ya era muy mayor para hacerlo.

Cuento de Félix Saltén (1923)



El castillo de la Bella Durmiente




Walt Disney sabía en dónde poner el ojo. El castillo de la famosa película LA BELLA DURMIENTE está inspirado nada más y nada menos que en el castillo de Neuschwanstein, que es hoy uno de los principales atractivos turísticos de Alemania.

Fue construido por Luis II de Baviera en 1866 y es parte de la famosa Ruta de los Castillos, una carretera de curvas y contracurvas montañosas que atraviesa toda Alemania y que merece ser visitada.

Desde el camino se pueden ver los castillos imponentes y atravesar ciudades medievales. Luego de mil kilómetros de magia se cruza la frontera hacia República Checa y se llega a un final más que prometedor; la fantástica ciudad de Praga.

En invierno
cubierto de nieve
se ve mágico.



"Una casa bien abierta"



Una casa es, en primer lugar,
una palabra.

Marcos comienza a explorarla a través de sus sonidos
y de las distintas modulaciones
que descubre.
Y cuando se cansa de jugar con los sonidos,
la escribe en la arena y marca cada letra,
como si la palabra fuese un camino
lleno de ondas y curvas.
Así llega al mar y a nuevos descubrimientos:
el mundo como una casa,
el deseo de una familia.

Una hermosa historia del escritor Carlos Pessoa Rosa
(Brasil, 1949)
y la ilustradora Claudia Legnazzi,
en una colección de ilustrados para pequeños lectores
y grandes curiosos.



Otros libros de la ilustradora
Claudia Legnazzi



Adolie Day










Adolie Day es una artista y dibujante francesa que trabaja
el acrílico y el grafito
y también lo hace en formato digital.
Su trabajo es etéreo, de ensueño...