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Los inmigrantes, la lucha femenina, el amor...



Daniel Ridgway Knight

💕

A la abuela le dolía su PATRIA (Suiza) y por eso se marchó...
Dejó atrás sus raíces, los valles, el silencio, porque necesitaba mirar otro cielo, aunque fuera el mismo.
No sabía que se iba a transformar en francesa cuando, de grande, conociera a Francisco, el sabio coronel.

Ese soldado no era más que un hombre solo y triste que buscó abrigo en las tierras de Argentina donde también tuvo que pelear. Y sufrió y lloró mucho por él y por los demás.

Todavía le faltaba recorrer demasiados senderos, pero la muerte-a los cincuenta años-lo dejó del otro lado, mirando desde arriba y con el corazón apretado, a sus amores eternos.

La abuela francesa 

El regreso de La Novia

 


REALISMO MÁGICO DE LA LITERATURA HISPANOAMERICANA.

"HAY DOLORES QUE SE EXPRESAN CALLANDO"
E.GALEANO


Salvador Ferrer se sentía agobiado por una familia demandante que reclamaba a toda hora dinero, salidas, viajes. Se había casado con una mujer que no amaba. Él era un hombre que le gustaba vivir bien pero creía que en su alma se libraban demasiadas batallas. Se llevaba mal con toda su familia:

Dolores, su esposa, era fría y calculadora; su hijo mayor Roberto tenía problemas con las adicciones, Mía era rebelde. El único que calmaba sus ansiedades y temores era Guillermo, el más pequeño.

Un día, Salvador Ferrer apareció muerto.
Dicen... que se quiso suicidar.
Su esposa y su hijo mayor trataron de ocultar el hecho y entonces comenzó para ellos la verdadera tortura existencial. Un camino impredecible de misterios, reproches, intrigas y reclamos, como si alguien quisiera cobrar alguna deuda antigua.

Todos, de a poco, fueron pagando por esa muerte injusta. ¿Quién mató a Salvador Ferrer? ¿Su esposa, su hijo...?

LA NOVIA.
La ausencia tenía efectos indelebles. Los rostros se desdibujaban en la lejanía gris de los recuerdos. A veces, ella se preguntaba si esa persona había existido en su vida. La nostalgia la envolvía con sus ropajes místicos mientras el tiempo ocultaba tras las sombras el pasado en una batalla constante por volver. Quería prescindir del amor para poder vivir, desterrar su compleja melodía, pero aquellas noches la humillaban con su polvo, sueño y agonías.
Necesitaba volver a ese juego infinito.

La Novia rebelde, La Novia perfecta.

El mar como un vasto cristal...

 

Nadie podía trazar la ruta de los mares, estaban expuestos a los designios de alguien superior, pero no lo sabían… Había demasiado espacio, tal vez eternidad en esos corazones dormidos a ras del viento. No podían resistir a los embates de los planes; se terminaba el invierno o la primavera, los años de combate y los sueños impensados. Esa fuerte torre invulnerable ya no necesitaba de mapas y rutas y aparecían vestigios de azucaradas magias: la tibia caricia, el abrazo matutino, la taza de café, el olor a libro, las glicinas con sus brazos violetas, los guardianes del abuelo Mark… Todo el cielo en una sola película.

Román y Beatrice, los hijos de Amy y Carl, jugando con sus abuelas.
‒¿De qué color es la primavera? ¿Cómo llega el sol a alumbrar? ¿Papá y mamá?

Y los fantasmas familiares aquietados: la manta de Violet, la música del leño, la voz de Rebeca entre la nieve con Harry, su hermano, en la guerra por armar muñecos. Mark y Sarah abrazados mirando pasar los años frente a la luz irisada de los cristales. Y aparecía Alan exprimido por su melancolía a gritar frente a las ventanas; pedía, reclamaba… ¿Qué? Amor, el que tenía y no le alcanzaba.

Del azar
tomó cuatro palabras
las puso de corral
contra los vientos
y esperó una vida
que el infinito
quedara dentro.

            F.Aldana


Enlace
LA ÚLTIMA MUJER

Editorial Autores de Argentina

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Personajes de novela: Rebeca Cooper

 


Cómo no hablar de este entrañable personaje de "La última mujer": Rebeca Cooper.

En esos ojos azules estaba reflejada su alma y allí guardaba todos los secretos, el amor por su padre Mark, el recuerdo imborrable de su madre Sarah y los sueños, tantos... como toda mujer joven que quiere vivir, que necesita vivir.

Ella quería ser madre, pero estaba enferma.

Wilson Taylor, su marido,  aparentaba lo que no era... Necesitaba agradar y su hipocresía iba en aumento. Rebeca se daba cuenta, pero su enfermedad ocupaba todo su tiempo y allí depositaba sus enredados pensamientos.

Su esposo pensó que ir en el viaje inaugural de El Titanic podría llegar a ser bueno para su salud, ya que después tendría que afrontar un duro tratamiento médico.

Ella aceptó con la condición de que fuera Mark, su padre.

Necesitaba ese abrazo contenedor de papá bueno, de muro firme, porque su esposo era demasiado frívolo. Rebeca con su pelo colorado y aquellas manos temblorosas buscó en ese mar lo que más deseaba: salud, fortaleza, futuro...

Ella era un ángel, pero apareció otro y otro.

La verdadera historia comienza cuando se hunde el barco, el "coloso" como le decían muchos.

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