martes, 17 de septiembre de 2024

Las horas de Coty (4-Las obras de arte-2da parte)

 


No vale mostrar, hay que transmitir…

El día gris invitaba a dar una vuelta. Había llovido después de los intensos calores y llegaba el carnaval.

Por aquellas calles donde rodaban los caminantes silenciosos, Coty y Natalia habían ido a tomar un helado. La siesta y su lenguaje propio les daban la mano a las pasiones. Alguna vecina barría las veredas tres veces por día entre el enojo y la pesadilla de no poder dominar el polvo. Ellas se reían.

−No sé qué va hacer cuando llegue el otoño.

−Se volverá loca y malgastará el tiempo.

−Sí, son de esas mujeres que llegan a viejas entre los trastos con más arrugas que un papiro sin haber aprovechado la vida.

−Nacieron para mucamas.

−¡Natalia! ¡Por favor! –exclamó preocupada Coty−. No seas mala. Me haces decir cosas que yo no pienso. Me llevas por el mal camino.

−¿No piensas?

Ambas parecían expertas en dominar las horas para aprovecharlas en algo creativo y elevado.

−Hay tiempo de sembrar y tiempo de recoger. ¡Mira allá va tu enamorado! –gritó Natalia.

−Cállate la boca. Yo no tengo novio.

Adrián Fuentes cruzó la avenida en su auto gris y a Coty se le paralizó el corazón. Él no las vio y siguió su camino absorto. A ellas la vida les sonreía, y en ese vaivén de las horas inquietas los segundos les dejaban espacio para las fantasías y los sueños. Es que la vida les parecía interminable, con tanto tiempo por vivir y un horizonte supremo cargado de amor, de luz, de metas por alcanzar.

−Mañana te paso a buscar a la misma hora. ¿Sí? –le dijo Natalia, quien la acompañó hasta la puerta.

En el umbral se hallaba Benjamín con los cuadros debajo del brazo.

−Me voy contigo –le comunicó Natalia, y Coty se quedó mirando cómo los dos se alejaban rumbo a la plaza como lo había prometido Benjamín el día anterior.

“Qué terrible que es”, pensó Coty por la conducta de su amiga. Ella era incapaz de seguir a un hombre de esa forma y menos cuando no veía señales de su parte. Se valoraba, se guardaba… No sabía si eso era bueno o malo, pero no podía actuar de otra forma aunque quisiera y lo deseara con toda el alma.

Entre las penumbras del pasillo, escuchó voces. Sus padres estaban discutiendo. Pensó que a todos los matrimonios de años le pasaba lo mismo. Eran pleitos comunes y pasajeros que terminaban sin rupturas finales. Seguramente, Octavio renegaba por la indiferencia de Benjamín y Constance lo defendía. Sabía que no iba a vender ni un cuadro aunque estuviera diez horas tirado en el piso de la plaza junto a la fuente de agua, pero era su sueño y verlo feliz le hacía bien.

−Niña, tengo algo para ti –le dijo la tía Marie Anne, quien salía del cuarto con varias revistas en las manos.

−Un aviso de modelo –agregó Coty sonriendo.

−No, algo más importante. Tú no tienes que mostrar, no vale, tienes que transmitir y eso te sobra porque eres humilde, generosa, bella y con una vida interior dulce como la miel. Un encanto de sobrina.

−Bueno, no es para tanto. Me parezco a ustedes.

−No, tú eres tú. Nosotras ya somos viejas y anticuadas. Eso sí, los valores no se negocian.

−Entonces… ¿puedo andar por la casa en camisón?

−¡No! ¡Qué dices! Eso está mal, es riesgoso –respondió la tía imitando la voz de su hermana Constance.

Las dos se fueron al escritorio donde Coty hacía las tareas escolares y la tía extrajo del bolsillo unas líneas escritas en un comunicado del Instituto San Francisco.

−¿Qué es?

−Un galardón.

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LAS HORAS DE COTY
-----------------------------Anorexia nerviosa, Van Gogh, La adolescencia, La depresión, El amor al arte, La ansiedad, Picasso.

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