jueves, 12 de septiembre de 2024

Las horas de Coty (2-El tío Rolando-2da parte)

 



El conejo blanco


Coty, al otro día, tuvo que sufrir un duro golpe.

A la profesora de biología se le ocurrió que debían matar un conejo para ver cómo eran los órganos por dentro.

Tremenda crueldad le dio en el corazón un empujón letal. Podría haber faltado a la clase ese día, pero tendrían una prueba en la semana y ella era muy estudiosa.

No podía comprender que en un colegio religioso donde se suponía que una vida valía más que las dimensiones del hígado de un animal se podría ser tan frío. Ante tales circunstancias y obligada, de lejos, a presenciar el asesinato, se quedó inmóvil al fondo del aula con su amiga Natalia.

−No llores, tápate los ojos.

Los demás hablaban y reían, era una fiesta.

−¡Ustedes! –gritaba la profesora autoritaria que no comprendía la verdadera dimensión de la catástrofe.

−Sí que es triste la vida –exclamó compungida Natalia.

−No escuches, no mires, no te acerques –dijo Coty−. Ella no tiene sentimientos. Le diría cualquier cosa, pero hay que respetar a los mayores aunque estén equivocados. ¡Qué triste! Lo que hace habla más de ella que de nosotras.

−¿Y todos los animales embalsamados que hay en el primer piso?

−Ni me hables. Ella los debe haber ahorcado.

Necesitaban taparse los oídos para no sentir el alma hecha retazos, imaginar al animalito blanco bañado en sangre, las risas que les perforaban la piel y esa angustia que acarreaba la impotencia cuando la injusticia de otros se imponía.

−¡No quiero aplazos! ¡No quiero alumnos que se lleven la materia a marzo! –gritaba aquel ser vacío que solamente vociferaba sin conocer la empatía.

Cuando terminó la hora, sonó el timbre y todos tuvieron que llevarse los trastos y limpiar para la clase siguiente. Coty y Natalia se quedaron a un costado esperando que desaparecieran por las galerías, eufóricos por haber presenciado tan elogiosa manera de enseñar.

Es que era sublime, parecía una lección de la carrera de veterinaria o de medicina.

¿Quién obligaba a quién a ser otra persona? ¿Quién era esa mujer que no podía comprender la sensibilidad ajena? ¿No se permitía dudar?

Pretender obligar a presenciar un acto cruel era propio de alguien que no veía más allá de sí mismo y que, con su egoísmo, castigaba a quien pensaba o sentía diferente.

−El miércoles es la prueba, tú ya sabes lo que tienes que hacer –le dijo secretamente Coty a Natalia.

−Sí, ya me conoces.

−Ahora no llores más, nos vemos mañana.


Las amigas inseparables se despidieron en una esquina. A Natalia le quedaba cerca el colegio, pero Coty tenía que caminar unas cuadras.

−Sabes, mamá, que hoy mataron un conejo en la clase de biología.

−Dios me libre… ¿quién?

−La profesora lo ordenó. Me parece una crueldad, un acto innecesario. Natalia lloraba y yo sabes que cuando veo sufrir a alguien me viene el llanto, pero tenía tanta furia y tantos deseos de gritar que me contuve. Igual me quedé callada y me tapé los oídos con las manos, cerré los ojos… No sabía qué hacer.

−Querida, la gente nunca es como uno quisiera. Trata de comprender y de superar el momento –la consoló Constance sin dejar de estar abrumada por las conductas irreflexivas de algunas personas.

Después de la prueba, a los tres días, las únicas que sacaron una nota sobresaliente fueron Natalia y Coty. Los demás fueron aplazados. Los que vieron las partes del conejo muerto no aprobaron…

¿Qué hizo la maestra inescrupulosa?

Callar y disimular, colocar una nota que no quería; tal vez, reconocer la lección o no…

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LAS HORAS DE COTY
-----------------------------Anorexia nerviosa, Santas, Amor verdadero, Adolescencia, La depresión, El conejo blanco.


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