sábado, 7 de septiembre de 2024

Perder el Alma (8-El órgano de la iglesia-1era parte)

 


8-EL ÓRGANO DE LA IGLESIA

 

Sal de esa cueva, hija…

 

 

La familia no necesitaba de su ayuda. ¡Qué ingratos!

“Yo soy un sacerdote y no debo tener esos sentimientos. Por más que me maltraten debo poner la otra mejilla, pero duele tanto que la propia sangre parezca ajena y que no miren más allá de los hombros el sacrificio y la entrega. Está bien, yo no les he dicho nada sobre la carta y ahora menos; que crean lo que quieran, me da lo mismo. Mamá, seguramente, saldrá de la cárcel por un tiempo. Quizá, tengan que investigar más. No quiero saber. Y el bebé de Mía estará en otros brazos. Es hora de que mi hermana salga a luchar por sus derechos, yo haré lo mío. Si puedo, no sé. Me siento tan cansado; menos mal que mi refugio acá en la iglesia me trae energías y esperanzas, paz y compañía. Será que el alma de papá me ve y me consuela y puede, con su mano, descargar su fuerza positiva de amor y comprensión. También hay otra alma que me orienta, la que me quitó a mi padre, la que me quiere a pesar de haberme hecho daño. Sé que está allí: en ese gato rojo y en todos los demás, por las escalinatas de piedra, en los badajos, en la palabra dicha y en la que se calla…”, pensó Guillermo sentado frente al altar, como rezando. Su gato lo miraba sentado al lado de la Virgen y parpadeaba somnoliento, con amor.

El padre Roque, con una sotana añeja y desusada, iba y venía con unos jarrones que llenaba de flores frescas. Pasaba y lo miraba de reojo, venía y no se paraba, pero tenía ganas.

−Hijo, se te saltan las lágrimas.

−No, padre, ¿cómo cree? Soy fuerte como un roble.

−Los sacerdotes no deben mentir.

−Yo nunca miento.

−Vamos, dile a tus hermanos lo de la carta. Ellos deben saberlo.

−No se lo merecen. Ellos tienen otras prioridades. Cuando vean a mamá libre se olvidarán de todo. Deje que crean que soy un inútil.

Guillermo no era así, pero se había cansado. Trataría de buscar a Alma, como lo hizo siempre. No sabía por dónde empezar porque Susan también había desparecido. No creía que se la hubiera llevado; era una más de la familia que ayudó a Mía a dar a luz, pero entendía que la gente se agota y suele cometer errores insalvables.

Recorrió la iglesia con las manos cruzadas detrás de la espalda.

El sol calentaba la superficie y traía un poco de calidez a aquel día de otoño próximo al invierno. En la plaza desierta de voces, junto a un molino, la gente salía a caminar. Vio un auto verde estacionado, pero no le dio importancia. Pensó en el doctor Morales quien no se había comunicado con él y en Dolores que, según Roberto, saldría de la prisión en cualquier momento. No quería verla, le hacía mal. Seguramente, juntaría reproches y se los arrojaría a la cara. Todos se descargaban con él, el causante de los males. Es como si Salvador, su padre, hubiera vuelto a su cuerpo para habitarlo los dos. De la misma forma que todos y cada uno lo atacaban a Salvador, ahora lo hacían con Guillermo. Necesitaban echarle la culpa a alguien, al más débil, para desoír sus propios errores y carencias. No podía aceptarlo, pero callaba. Era un sacerdote y debía comportarse como tal. Le pareció oír el órgano de la abuela Úrsula y sonrió. Era tan buena. Le dio el amor que le negaron, la atención y el apoyo cuando quiso entrar a estudiar al colegio religioso.



−¡Un cura en la familia! ¡No!

La abuela Úrsula y la tía Pilar fueron dos ángeles que junto a Salvador lo rescataron de aquel ambiente tórrido en el que se había convertido su casa. Ellos ya no estaban en el mundo y sólo podía recordarlos con una sonrisa, a través de las notas del órgano y llevando adelante sus consejos.

−El gato se subió al órgano y caminó por el teclado, ¡qué animal dañino! Me pegué un susto –dijo el padre Roque.

−Nos dejó un mensaje. La abuela Úrsula no quiere que la olvidemos y nos atrapa con sus bemoles –agregó Guillermo con una sonrisa débil.

−Hijo, estos gatos de la iglesia me parece que se están multiplicando.

−Mejor.

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PERDER EL ALMA
--------------------------Madre hay una sola, Alma, Santas, La venganza, Hija, Los años 70, El gato rojo, La luz de mis ojos.

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