miércoles, 18 de septiembre de 2024

Las horas de Coty (5-"Santa Cecilia"-1era parte)

 


5-

“SANTA CECILIA”

 

Benjamín regresó melancólico de la plaza “Santa Cecilia”. Según él, Natalia con su charla le había espantado los clientes. La gente se paraba a mirar los cuadros y ella le hablaba.

−Mire el talento que tiene este artista. ¿No le parece? Aproveche la oportunidad, están a buen precio.

Benjamín odiaba que alguien lo elogiara en público y creía que cuando más se insistía peor era; los sueños llegan en el momento menos pensado y si no es porque no tiene que ser. Igual hay que perseverar, pero con calma y sin ansiedad. Natalia siempre lo buscaba y él no tenía interés. Quería estar solo.

Donde rodaban las palomas sobre los trenes entre las nubes quietas de humo, allí quería estar para dejar volar la imaginación y crear. El agua, los vientos de los bosques, el invierno con su palidez de nieve, las glicinas y sus torres violetas. Dibujos que trazaba en la mente y que se transformaban en nacimientos, con el poder que le daban los matices de la naturaleza.

Vagar por las calles buscando respuestas al arte que lo elevaba y le llenaba los huecos vacíos con la peculiaridad de los contornos y la serenidad que daba esa pasión contenida. Su vocación plena lo dejaba en muchas ocasiones esperando el gesto del otro lado, la voz, para no tener que perderse por los bulevares de ese pueblo chico y árido.

No le gustaba el sitio donde vivía porque no le daba la oportunidad de ser el mismo, no reconocía su trabajo, su amor sin reservas por la cultura y por ese infinito placer que le regalaban los pinceles.

Al pueblo y sus habitantes les gustaban las fiestas.

−Otra desilusión más, hermanito.

−No son desilusiones, son caprichos –exclamó Octavio desde el living mirando televisión. Siempre aprovechaba la oportunidad para clavar la flecha de la discordia−. Tengo tantos sobres con fotografías y todavía no encontré un repartidor –decía como al pasar.

−Papá, yo le voy a conseguir uno.

−Bah…

Dicen que los padres que discuten tanto con un hijo en especial es porque ambos son iguales y porque el hijo puede rebelarse, intentar cumplir el sueño que su padre tenía en la juventud y que, por diversas razones, no pudo llevar adelante. Esa frustración la trasladan al presente y se empeñan en destruir, sin maldad, los anhelos del que todo lo puede.

−Mejor alégrese por lo que me pasa a mí.

−¡Qué ocurre!

−El Instituto San Francisco me pide que vaya a una cita con la madre superiora. Parece que es por trabajo. Se imagina, papá, recién acabo de recibirme de maestra y ya voy a empezar a dar clases. ¡Qué nervios!

−Eso es por las tantas misas que acumulan tu madre y tu tía. Dios las ve y desde lo alto las bendice.

−No seas irónico, papá. No se juega con la fe.

La tía Marie Anne apareció con los labios rojos y la carterita porque iba a salir. Necesitaba ir a la peluquería.

−No vayas de esa peluquera, no me gusta –le decía Constance.

La profesional era soltera y tenía un hijo de un hombre casado que la venía a ver de vez en cuando porque era viajante de comercio. La mujer era un encanto, pero a Constance esa situación no le gustaba para nada, como si hubiera sido contagioso su estado civil. Para ella era una mala persona.

−Es nueva y trabaja bien.

−Y eso qué tiene que ver. Debe ser una prófuga.

−No exageres, hermanita –dijo Marie y le dio un beso.

 

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LAS HORAS DE COTY
---------------------------Anorexia nerviosa, Van Gogh, La depresión, La ansiedad, Santa Cecilia, La adolescencia.

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