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La Novia (4ta parte)

 


Dolores defendía a su hijo porque sabía de sus adicciones pero no hacía nada por contenerlo y orientarlo. Prefirió no insistir con la pelea y lo dejó solo. Salvador se apartó y tomó asiento frente a la mesa vacía, como siempre, mientras su mirada se perdía por el ventanal. Lo único que le resultaba familiar era la tristeza. Permaneció un rato completamente inmóvil para hundirse luego en una de sus somnolencias momentáneas. De pronto, volvió a abrir los ojos y, con acto reflejo, consultó el reloj.
     “Qué mal padre debo ser para merecer esto”, pensó.
     Era agotador para él sentir que todo se le iba de las manos y que había formado una familia con la mujer equivocada, que no se ocupaba de la educación de sus hijos: un ser sin principios, sin moral ni ética. Ya era tarde para arrepentimientos porque no tenía ganas de nada; se hallaba totalmente abatido y sin fuerzas, aunque cuando se cruzaba con ella sentía que su pecho iba a estallar de furia y que una guerra interna lo empujaba deliberadamente fuera de control. Necesitaba una utopía para vivir esa realidad horrible que le tocaba en suerte pues no quería transformarse en un inquisidor.
     -¿Papá, tienes dinero?-le preguntó Mía con voz dulce.
Él no perdió tiempo en charlas, sacó la billetera y le dio a su niña de ojos color canela, a quien adoraba, algo de dinero. Apagó las luces y, sumido en una densa oscuridad, lloró de impotencia.
     “Hay gente que se preocupa más por el dinero que los pobres: son los ricos”.                                                                       Oscar Wilde

     Al otro día llegaron Eduardo y Jorge, sus amigos desde hacía muchos años, con quienes había compartido salidas, partidos de tenis, charlas y algunas mujeres. Eran otros tiempos. Ellos eran testigos de las precarias condiciones en que se encontraba aquel amigo avergonzado por los gravísimos defectos de su familia.
    Ambos lo notaron triste, como deprimido. Pensaron que era normal, pues no le hicieron preguntas porque sabían de los conflictos que estaba viviendo Salvador y de lo vulnerable que podría llegar a ser frente a sus “enemigos” diarios.
   -Lo que más odio es que toquen mis cosas-dijo Salvador cuando vio salir a Dolores sonriendo en su auto con la mano levantada.
     -No te lo tomes así-dijo Jorge -En el matrimonio todo se comparte.
   Salvador sacudió la cabeza como negando sus palabras.
     -Mira que te deja y se va con otro-dijo Eduardo.
     -Ojalá…-contestó Salvador como iniciando un duelo de cara a la tierra.
  Los dos amigos se miraron perplejos; estaban desconcertados. No quisieron ahondar en la cuestión ya que no entendían bien lo que quiso decir.

Suele suceder que frente a personas depresivas nadie sabe cómo actuar y se desvinculan del tema, con aparente indiferencia. Ignoran las voces interiores, la intuición, justifican el dolor… tal vez, no sienten empatía.
Lo cierto era que Eduardo y Jorge se marcharon sin preámbulos y sin advertir que el amigo los necesitaba. Salvador era de esos hombres que no sabían o no podían pedir ayuda y que preferían, en soledad,  correr todos los  riesgos.
Después de cerrar el negocio, Salvador se fue para la casa y se encontró con Susan que lo miró de  extraña manera. Ella era una mujer simple, con el cabello rizado, la cara redonda y grandes ojos, que no sabía nada del caos del mundo y que se conformaba con poco.
-Encontré esto-le dijo y sacó el revólver de su delantal. Temblaba como si estuviera afiebrada y dispersa.
-¿Dónde? ¿Cómo?-contestó Salvador desesperado.

¡Actúa en vez de suplicar!


¿Quién no ha vivido o soñado con un gran amor en su vida?



Cerrando los ojos, ella, La Novia, deja que los viejos perfumes la abriguen en su recorrido. Imagina que es posible recrear esos tiempos en los que un cruce de miradas, un roce de manos, un deseo... era todo y alcanzaba...

La Novia piensa...¿es el fin de la vida o el principio?
¿Puede una mujer esperar un mañana que puede llegar a ser incierto?

Caminar calles empedradas, dibujar sombras en las paredes blancas, tratando de soñar cómo hubiera sido la vida si aquella boda se hubiera realizado.

Escribir el diario de un destino es poco.

Tal vez, el amor no es el producto de los encuentros, sino que los encuentros se producen porque el amor los va trazando con paso libre y suspendido.

Ella debía consolarse con el abrazo eterno.
No sabía de tiempos porque el fuego de la espera le había desordenado los relojes que, como retazos, se burlaban de su realidad sombría, pueril, inalterable.



¿En qué se transforma el abandono cuando la realidad se altera?

En perfume, en albor permanente, en futuro esperado y no vivido... o en ceniza que hay que ocultar.

El amor queda como una marca, un mapa, alguna felicidad que se esfuma por una ventana y besa el rostro, otro...

Las palabras escriben sus cartas amarillas que se leen solas frente al desasosiego del alma que no sabe cuál es el camino.



"En lo profundo del parque verde-lila, Clara se aferró a una cruz y caminó arrodillada a través de la oscuridad en busca de aquel hombre que, a última hora, dejó de latir".

La Novia.
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La Novia (3ra parte)

 

Antonio Capel



De repente, escuchó un grito:
-¡Préstame el auto!-interrumpió Roberto con prepotencia y el rostro distorsionado como si fuera la propia muerte que se estuviera riendo de Salvador.
-¡El auto no se toca!-volvió a contestar Salvador con la paciencia al borde del colapso.
-Egoísta, mal padre-protestó Roberto con tono amenazante.

Se fue hacia el garaje, donde se hallaba el flamante coche de su padre, y con una navaja lo rayó de punta a punta; luego se marchó tranquilo por la calle desierta a agotar el poco dinero que tenía con mujeres o a beber en algún bar, sin ninguna intención de ocultar sus vicios.

El centro de la habitación la ocupaba una mesa redonda, de roble, rodeada de sillones de cuero colocados delante de la biblioteca. Directamente, encima de la mesa, pendiente del techo, había una lámpara de cristal.
-Te quiero, hijo-le dijo Úrsula-He estado algo enferma, te pido que no me abandones. La iglesia me está esperando, seguro perdonará mi infidelidad.

-Sí, mamá. No puedo venir tan seguido, piensa que tengo una familia. Ya no soy el niño que tú cuidabas tanto.
-Lo sé. Dime, ¿eres feliz?
-Bueno, tú entiendes… Dolores es tan especial.
-Una mujer perturbada. Eso ya lo sabías cuando decidiste casarte con ella. Tuviste muchas oportunidades: chicas educadas de buena familia y tú elegiste a Dolores que, vamos a ser sinceros, te había engañado más de una vez y se comentaba que te quería por tu dinero. Tengo que ser realista y perdona, pero a estas alturas… aunque tú todo eso ya lo sabes. Yo lo único que quiero es que no te maltrate.

-¡Madre, soy un hombre!
-¿Y eso? Hoy la violencia tanto física como psicológica puede darse de ambas partes.
Salvador hizo una pausa, sonrió débilmente a Úrsula a quien amaba, se apartó de la mesa y dirigió sus pasos al encristalado armero adosado a la pared que tenía sus cortinillas cerradas para que nadie viera los objetos reservados.
-Acá guardaba mi padre las armas en condiciones y cargadas ¿ no?
-Sí, pero deja eso que me da terror.
Cerró el armero y volvió a la mesa junto a su madre; con delicada lentitud se acercó a ella y le dio un beso. Ahora, después de haber visto las armas, se sentía más seguro aunque siempre existe una filosofía para la falta de valor.

Cuando salió al patio, vio que los gatos trepaban el tejado para observar su presencia y se acordó de su niñez y juventud cuando los abrigaba en sus brazos llenándolos de lágrimas. Se sentía tan solo después de la muerte de su padre. No había podido sobreponerse, a pesar de los años transcurridos, a esa pérdida. Pensar en él lo hundía en el desgarro.
-Cuídate, mamá. Mañana vuelvo.
-Bendiciones para ti-dijo Úrsula. Toda su vida se había aferrado a él para protegerlo porque su amor era infinito. Lo cierto era que, de alguna manera, lo había aislado del mundo.

Salvador llegó a la casa con su coche sin advertir que se encontraba todo rayado, arruinado, por el capricho de su hijo Roberto. Cuando dio unos pasos, volvió la mirada y allí estaba… Su BMW parecía un automóvil viejo y deslucido.
-¡Dónde está Roberto!-le gritó a Dolores que se hallaba en el living pintándose las uñas.
-Déjalo que no hizo nada.

-¡No hizo nada!-gritó Salvador después de escuchar su repugnante respuesta.
-Tú siempre te ensañas con él porque es joven, porque sientes que compite contigo. Tú eres el padre, no el hermano.
-Porque soy el padre exijo respeto.
-Bah… No sabes ser padre ni marido, eres egocéntrico, piensas solamente en ti y en tu estúpido auto. Dinero y más dinero.
-¿Y tú? Necesitas de ese dinero, lo gastas a manos llenas, nada te importa, ¿verdad?

La Novia.

Motivos para quererse más...

 


Les dejo esta opción más que bonita.

Mi libro con un anotador precioso, romántico y victoriano. Tiene rosas en las páginas, junto a un resaltador y un bolígrafo negro.

Una manera diferente de acercar la literatura, el amor por el arte, las palabras que nos sanan y nos unen...

Mercado Libre (Argentina) El precio podría haber sido menor, pero el envío es gratis. A veces, suele ser más caro el envío que el libro. Así es más fácil.

Besos a todos y gracias.

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---El silencioso GRITO de Manuela

La Novia---personajes

 


SALVADOR FERRER

Un hombre fiel a sus convicciones, educado, amable, de excelente familia que descubre, después de veinte años, que se ha casado con la persona equivocada y que ello le está ocasionando situaciones irrevocables.

DOLORES (esposa de Salvador)

Una mujer fría y calculadora, sin moral ni ética, que atormenta hasta el hartazgo a un marido que ya no tiene fuerzas ni para imponer el orden como jefe de familia.

ROBERTO FERRER (hijo mayor de ambos)
Un joven adicto que  no estudia ni trabaja. Su madre lo apoya y no permite que Salvador le ponga límites a su vertiginosa vida. Él se rebela contra todos tratando de subestimar la figura seria y formal de su progenitor.


MÍA FERRER (la hija mujer)
Una joven parecida a su madre, algo frívola y despreocupada que no sabe qué camino tomar.
La típica niña rica que todo lo tiene y que hace ostentación de su bienes materiales pensando en la codicia de los otros.

GUILLERMO FERRER (el hijo menor)
El niño es espejo de su padre: bondadoso, sensible, humano, noble. Tiene claras sus ideas a pesar de su corta edad. 
Más adelante, tomará una gran decisión para el descontento de muchos.

ÚRSULA LÓPEZ GIL DE FERRER (madre de Salvador)
Una mujer demasiado sobreprotectora que depositó, desde que quedó viuda, su confianza en el hijo mayor a quien amaba. Necesitaba de él para vivir pero, según ella, Dolores se lo arrebató. Odiaba a su nuera a quien consideraba una persona inescrupulosa y cruel.

PILAR FERRER (hermana de Salvador)
Una joven callada y sin ambiciones. Sufre el acoso de su madre que la quiere tener amarrada a ella por sus inseguridades. Pilar no tiene vida propia. Cuando intenta buscar su destino queda atrapada en él.

SUSAN ALINA AVELLANEDA (la mucama)
Una colaboradora humilde y servicial, humillada por Dolores y sus hijos, que trabaja en la casa desde joven. Ella parece ser fiel y compasiva pero un día se cansó...
Finalmente, se enfrenta a todos por los agravios recibidos y decide pensar en sí misma.
Deja una huella marcada para siempre.

CLARA FRANCH (La Novia)
Una mujer bella y sensible que es abandonada por Salvador Ferrer a días de su casamiento.
Ella, después de aquel terrible y doloroso episodio del que no ha podido recuperarse, se queda en su casa cuidando a sus padres toda una vida. Cuando ellos mueren, siente que su existencia de soledad se transforma  en estéril y entonces resuelve volver para encontrarse con aquel hombre que le hizo tanto daño pero que sigue amando.

No sabe qué camino tomar pero conserva la firme convicción de que algo tiene que hacer para tratar de acallar sus demonios internos. Va en busca de Salvador dispuesta a todo.

"Amor sin fin,
nos vemos en el camino"


La Novia (2da parte)

 

-¡Qué buena salida! Salvador no te imaginas. Compré una campera divina ahora que se viene el invierno, botas y cartera y un perfume de Armani… Después fuimos a almorzar.

Salvador se levantó sin decir palabra y se fue a su escritorio a ordenar papeles pues tenía que salir de viaje. Antes de guardar los contratos y demás documentos miró un revólver que tenía en un cajón; luego lo volvió a colocar en el mismo sitio con doble llave. Los gritos de su mujer lo abrumaban demasiado, estaba harto de su frivolidad, de la falta de interés y de compromiso hacia su persona, de la risa y hasta de su cuerpo que tanto había deseado.

“El tiempo aniquila el amor y las ilusiones, desengaña la inocencia. Pero si al menos nos dejara la piedad antes de que nuestro cuerpo encerrado quede confundido con la tierra y las cenizas”.

-¡Ya te vas! -le dijo su hijo Roberto con los ojos entrecerrados por el alcohol y las drogas.
-Sí, tengo muchas cosas para hacer. Dile a tu madre que se ocupe del negocio y que atienda a los clientes mientras estoy ausente.
-Puedo hacerlo yo -dijo Roberto.
-¡No, tú no!


Sentía que su familia se desbarrancaba; hubiera querido huir de ellos para siempre, pero algo lo retenía: los sentimientos, su formalidad y algunos códigos de vida que todavía conservaba. Prefirió no discutir y permaneció el resto del tiempo sentado en la galería contemplando la campiña, los tejados de las casas vecinas, escuchando la sirena del tren en la estación y los pájaros que buscaban abrigarse entre los eucaliptos.

Mía volvió del colegio con amigas y transformaron la casa en una ensordecedora discoteca, mientras el tiempo consumía la paciencia de aquel hombre que solamente buscaba paz. Se sentía marginado en su propia casa, un extraño, en medio de una columna de humo, a la distancia.



Salvador llegó a media tarde, luego de una semana de negocios. Nadie advirtió su presencia salvo su hermana que se hallaba en la casa de visita informal. Pilar siempre había sido una buena persona pero su vida carecía de acontecimientos para recordar. No tenía hijos, ni estudios universitarios, ni ambiciones. Era alguien a quien le sucedían cosas rutinarias. 

-Hermanito querido, te adoro. Mamá quiere que vayas a verla. Dice que tiene presión alta y que necesita que estés cerca. ¿Deberíamos creer eso?
-Claro, esta tarde voy.


Cuando llegó al escritorio comprobó cierto desorden; al parecer Roberto o Dolores habían estado buscando algo. Sus carpetas estaban desordenadas, los libros sobre el sofá y el dinero que solía guardar en el cajón había desaparecido; tampoco encontraba la llave donde guardaba el revólver. Se sobresaltó, se angustió… pero decidió no contárselo a nadie. Solamente hizo algunas conjeturas sobre las razones de aquel episodio; temió que alguien hubiera tomado el arma. No existe nada peor que el desamor y la ingratitud.


Se fue a su habitación a descansar. Más tarde, se ocuparía del tema. En su triste estado de ánimo, trató de sacudirse de encima las sospechas que no discernían entre la razón y la fantasía.


La Novia
¿Ella regresó por amor?

La Novia (1era parte)




Salvador Ferrer era un hombre excéntrico de cincuenta años de edad, el primogénito de una familia burguesa. Su madre Úrsula, quien tocaba el órgano en la iglesia del pueblo, todavía lo protegía como un niño y su hermana menor Pilar era como su sombra; aunque la diferencia entre ellos no era incongruente, él por ser retraído parecía mucho más joven.

Salvador estaba casado con Dolores, una mujer con demasiado carácter muy manipuladora. Tenían tres hijos: Roberto, Mía y Guillermo.
Él nunca había sentido la felicidad de extrañar la ausencia, de enmudecer ante la mirada de unos ojos que dicen más que las palabras, pero era cierto que, a pesar de todo, se habían unido en matrimonio. La boda fue en la iglesia del pueblo una mañana de abril.

-¡Voy a llevarme el auto para salir con mis amigas esta noche!-le dijo Dolores a Salvador que estaba en su escritorio preocupado por los problemas financieros.
-¡El auto no se toca, llévate el tuyo!
Salvador se sentía agobiado por esa familia demandante que no hacía más que exigir, reclamar dinero a toda hora, salidas y viajes. Él era un hombre que le gustaba vivir bien, pero sentía que en su alma se libraban demasiadas batallas. Su padre había fallecido muy joven, dejando a toda la familia a su cargo, cuando Salvador solamente tenía quince años. Tuvo que atender los reclamos de una madre posesiva y controladora y de una hermana caprichosa e impulsiva. Salvador dejó los estudios para dedicarse a los negocios de su padre que precisamente no eran tan transparentes como hubiera deseado. Hombre incansable y trabajador, supo cómo mantener aquella fortuna y acrecentarla. Por añadidura, siguió el camino de su padre con total libertad y ajustándose a los códigos que, de antemano, a su progenitor lo llevaban a buen puerto.

Salvador se mostraba resistente a una vida de lucha por lograr una posición social elevada, pero el vacío que sentía en su alma, esa soledad que perciben aquellos a quienes le falta afecto, no se reemplazaba con nada.
Pensaba que había hecho bien cansándose con Dolores a quien no amaba. Su comunicación sexual: la intimidad, por aquellas épocas, era perfecta y él no quería otra cosa ni lo necesitaba. Lo que ocurre es que el verdadero amor no es eso precisamente y Salvador, a los cincuenta años, se estaba dando cuenta. Ya era tarde. Para algunos, la soledad no es una circunstancia  ni una consecuencia sino una manera de ser.
-¡A comer!-gritó Susan, la señora de servicio.


Salvador llegó al comedor; la mesa servida tenía solamente un plato. Nadie se hallaba en la casa y él no sabía dónde se encontraba su familia. Dolores solía volver a cualquier hora sin rendir cuentas como si la casa fuera una fonda de paso.


Salvador, apesadumbrado, almorzó sin levantar la vista y sin hacer preguntas a la mucama que lo miraba como quien ve a un pobre hombre con demasiado dinero o a un forastero muerto en un zanjón. Su rostro no le decía nada, parecía un vagabundo, un pobre desgraciado; sin embargo, vestía con las mejores marcas de ropa.

La Novia Rebelde, La Novia Perfecta.


La Novia

 


Posicionado en el top 100 del Premio Literario de Amazon 2017
REALISMO MÁGICO DE LA LITERATURA HISPANOAMERICANA.

"HAY DOLORES QUE SE EXPRESAN CALLANDO"
E.GALEANO

Salvador Ferrer se sentía agobiado por una familia demandante que reclamaba a toda hora dinero, salidas, viajes. Se había casado con una mujer que no amaba.
Él era un hombre que le gustaba vivir bien pero creía que en su alma se libraban demasiadas batallas. Se llevaba mal con toda su familia: Dolores, su esposa, era fría y calculadora; su hijo mayor Roberto tenía problemas con las adicciones, Mía era rebelde. El único que calmaba sus ansiedades y temores era Guillermo, el más pequeño.

Un día, Salvador Ferrer apareció muerto.
Dicen... que se quiso suicidar.
Su esposa y su hijo mayor trataron de ocultar el hecho y entonces comenzó para ellos la verdadera tortura existencial. Un camino impredecible de misterios, reproches, intrigas y reclamos, como si alguien quisiera cobrar alguna deuda antigua.

Todos, de a poco, fueron pagando por esa muerte injusta.

¿Quién mató a Salvador Ferrer? ¿Su esposa, su hijo...?



LA NOVIA

La ausencia tenía efectos indelebles. Los rostros se desdibujaban en la lejanía gris de los recuerdos. A veces, ella se preguntaba si esa persona había existido en su vida. La nostalgia la envolvía con sus ropajes místicos mientras el tiempo ocultaba tras las sombras el pasado en una batalla constante por volver.

Quería prescindir del amor para poder vivir, desterrar su compleja melodía, pero aquellas noches la humillaban con su polvo, sueño y agonías.
Necesitaba volver a ese juego infinito.

La Novia.

La Inquisición

 


Novela histórico-fantástica escrita en el año 2000.

Siempre me gustó estudiar; el siglo XVI y el reinado en Enrique VIII fue mi pasión. Sus esposas: todas ellas desempeñaron un papel importante en el momento que les tocó vivir, una época en que la mujer elegida para ocupar el trono era tratada como simple moneda de cambio entre las distintas monarquías europeas para cerrar pactos diplomáticos o estratégicos. Todas ellas tuvieron unas vidas fascinantes y unos destinos sorprendentes.

Fue así que decidí incluir a Isabel Law en ese torbellino de secuencias para interrumpir las voluntades y recrear las secuencias impensadas. Ella fue nodriza, mártir, justiciera, miedosa... Decía que la muerte la buscaba porque la Inquisición era de temer en un mundo de hechizos, maleficios y muertos que se coronaban frente a ella con sus vestiduras púrpuras. 

Una novela en la que se mezcla mucho la fantasía y que tiene que ver con un rey mirado con otros ojos, una adolescente que lo enfrenta para ayudar a sus reinas y el amor como único sostén que no alcanza...
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La nodriza esclava

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NGLATERRA.
REINADO DE ENRIQUE VIII.
LAS SEIS ESPOSAS, SUS EJECUCIONES Y LOS FANTASMAS DE LA TORRE DE LONDRES.



Isabel Law era una mujer que dedicó su vida a la familia Tudor; hija de labriegos, desde muy jovencita trabajó para el rey.
Ella luchó por sacar a la intemperie sus miedos ante la Inquisición y vio de cerca cada sacrificio. Sabía que la muerte la buscaba, a pesar de que cantaba en los templos y llevaba una cruz sobre su pecho, en épocas en que el gobierno tenía problemas con la Iglesia Romana, en el reinado de Eduardo Vl y el calvinismo o de Isabel l y el anglicanismo.

Isabel estaba en continuo enlace con las brujas y las estacas. Traía a Hampton Court a todo tipo de videntes y se embriagaba con las oraciones de la Biblia; sin embargo, tenía miedo a los acontecimientos imprevistos que acarreaba el siglo XVl con verdugos, herejes, diablos y santos que se “coronaban” frente a ella con sus vestiduras púrpuras.

Isabel Law fue esclava, pecadora, nodriza-madre, y asesina pero lo hizo en defensa propia por eso no hubo censura.En muchas ocasiones, ella veía esqueletos en el armazón de la rueda, decapitados, muertes en la hoguera, libertinaje sexual en la corte, hombres con capucha y destral. No hablaba de las tumbas escondidas, del foso cubierto de cadáveres, de los ancianos vaciados del viernes Santo, de los encorvados y dementes.Esos seres la amarraban a una cárcel en llamas para evocar el sacrificio de Juana de Arco, la santa guerrera, y saciar el hambre de ser patriota y defender los ideales.

Cuando la “muerte negra” azotó las viejas murallas, y tras la muerte de Isabel l en 1603, la nodriza, muy anciana, escuchó un silencio de sepulcro que la dejó ciega y sorda. Todas las personas que la quisieron o que la odiaron, los fantasmas, los enanos y deformes, los labriegos y artesanos de la aldea… habían desaparecido.Aquella ausencia de carruajes, de risas infantiles, de copos de nieve y querubines, del rey y sus borlas doradas, de los escribientes y las gitanas… la dejó inerme, contra una pared de formas inquietantes pero sin voces.El mutismo lleno de memoria le recordaba la soledad y la quietud era una mortaja de condenado. Nunca creyó que iba a tener que vivir sin ellos.

In Pace.

La nodriza esclava (Cap 3. Los resucitados. 1era parte)

 


Por la calle frente a la aldea donde vivía Isabel, comenzaron a pasar los torturados con heridas y cicatrices en sus cuerpos y en sus almas. Ella los vio desde la ventana y se atemorizó porque no asumía la vida en esa sociedad caótica. Surcos dejados por los látigos, huesos quebrados, las piernas atrofiadas y deformes, las lastimaduras causadas por los hierros al rojo vivo. ¿Qué delito habrían cometido esos hombres? 

Muchas veces, había visto sacar cadáveres de la horca cuando el mundo ya se había ido, indiferente, después de haber presenciado el espectáculo; resignados a ese destino de miedo y de corrupción o quizá de demasiado orden y rigidez.

Se sentó en el piso rústico; el bosque olía a menta y a hierbas pero, de a ratos, era maloliente. Acaso habría algún ciervo muerto a la orilla del riachuelo. Hubiera querido ir hasta la casa de su madre pero el sendero era oscuro y había soldados que eran una escoria porque vigilaban todos los sitios al mismo tiempo.

Auguste contaba monedas; sólo le preocupaba la estabilidad económica y su propio bienestar. No era malo, pero sí el ser más egoísta que Isabel había conocido en su vida. Él estaba famélico pero a ella no le importaba hacerle la comida.
De pronto, Isa escuchó unos pasos con ruidos de cadenas y pensó que era el leñador pero se acercaba el encapuchado pristino, el del cementerio, con el hacha brillante en las manos.  Corrió a llamar a su esposo y juntos recorrieron los alrededores pero no encontraron a nadie. Auguste intentó tranquilizarla; se sentía impotente ante el descontrol de Isabel. Ella hablaba incoherencias, luego se durmió en sus brazos.

Al día siguiente, fue a la residencia del rey a trabajar. Se encontró con la noticia de que habían incendiado un viejo granero y que habían matado a los guardias que custodiaban la fachada posterior donde se hallaban los establos y la guarnición.
La reina Catalina, abstraída por su universo de Biblias y misal, no escuchaba las quejas de sus damas ni las del primer lord Chambelán, el conde de Ormonde. Podían ejecutar a cincuenta de las ciento sesenta personas a su servicio y maltratar a otras fieles españolas que ella no se iba a dar cuenta. Pensaba constantemente en ese hijo que debía nacer; Isabel se sentía igual porque actuaba como si fuera parte de ese cuerpo frágil y desmantelado por los sucesivos embarazos. Sin embargo, existía una distancia abrumadora que la hundía en los abismos.


Sobre la pared capital, un lienzo de Ricardo lll de 1483 miraba igual que si tuviera vida. ¡Qué raro! Isa pensaba que ese oscuro rostro debería estar oculto en un altillo al amparo de los siglos o en una gruta de lobos hambrientos. Para ella, esos señores era bribones de jerarquía que podían humillar sin inmutarse; la esclavitud existía todavía y se dibujaba con cercanos antifaces y bullicio de trovadores. Por eso se sentía negra en ese mundo absurdo de blancos, por el desprecio de aquellos que se consideraban próceres sólo por haber pertenecido a dinastías.

De---La nodriza esclava

La nodriza esclava (Cap 2. Los fantasmas de la Torre de Londres. 3era parte)

 

Ana Bolena y Enrique VIII


Los Tudor actuaban como monarcas absolutistas, pues intervinieron en las elecciones para que las cámaras estuvieran formadas por sus favoritos.
El absolutismo monárquico se vio fortalecido por la gran disminución de la nobleza a causa de La Guerra de las Dos Rosas” y por el temor y el odio a Francia después de La Guerra de los Cien Años” que despertó el sentimiento nacional.
Inglaterra sufrió una profunda transformación económica y social pues surgió la industria y se aplicó el proteccionismo.
Enrique Vlll cuando sucedió a su padre no había cumplido todavía los dieciocho años; estaba casado con su cuñada Catalina de Aragón y quería, según la teoría de Isabel, abandonarla por otra mujer.

La muchacha como “Celestina” de esos tiempos intentaba averiguar las crueles ironías, las iras reales y los encuentros ficticios pero, en definitiva, debía quedarse tranquila porque el rey era su superior y a él le debía obediencia extrema. Dejó esa idea para otro día y se marchó a la aldea.

Isa se fue por el camino del cementerio junto a la iglesia. Había dos sepultureros, de rostros níveos y glaciales, que se despertaron cuando ella les gritó con todas sus fuerzas. Estaban descansando entre dos tumbas.


Una sombra encapuchada la seguía en su recorrido por el camposanto; ella no se animaba a mirar hacia atrás. El hombre no hablaba. Si Isabel se detenía, él también lo hacía; llevaba un hacha en la mano. Cuando regresó, les contó a los trabajadores lo sucedido… Cada uno tomó un bastón y recorrieron el lugar, entre mausoleos prehistóricos y lápidas de piedra, pero no encontraron a nadie. El espectro había desaparecido o quizá vivía en la imaginación de Isabel; la parca siempre la buscaba porque  quería hablarle como a los moribundos que, en el minuto final, parecen estar en comunión con alguien que los llama en silencio. ¡La enigmática muerte!, tan oscura para Isabel pero tan presente.

Los escépticos piensan que las apariciones existen sólo en la mente de quienes las ven. Para ella esa ánima era la manifestación del alma de todos los humanos muertos; tal vez una amenaza, un verdugo que la buscaba para darle fin.

Isabel Law recordó que su madre Tate le relataba siempre que Santo Tomás Becket fue asesinado durante una misa en la Catedral  de Canterbury en 1170. Decían que volvía a visitar la Torre de Londres de la que era gobernador. Dos niños, el joven príncipe Eduardo V y su hermano el Duque de Jork, asesinados por su tío Ricardo lll en 1483, se paseaban por los corredores vestidos con túnicas.

El torreón de la fortaleza, la torre blanca, no había sido "encantada" por nadie. Según la tradición, cuando se construyó en el siglo X, se practicó el sacrificio de un animal para alejar los espíritus maléficos.
Ese ambiente tórrido a Isabel la turbaba tanto que parecía extraviada, herida y destrozada, como un mísero esqueleto sin identidad, muerta después de una guerra o amante de su rey.


Se atrevió a mirar su propia sombra en la atmósfera entumecida por las batallas personales. Su gracia era el consuelo y la balanza; no había rivales, sólo debía procurar comida para los banquetes, limpiar el oratorio, proteger embarazos ajenos y sin futuro, obedecer al varón todopoderoso.
¡Isabel Law quería tener un bebé en sus brazos!



De-----------La nodriza esclava (novela histórico-fantástica)

“Definitiva como un mármol entristecerá tu ausencia otras tardes.” Jorge L. Borges

 


Aquella ausencia de carruajes, de risas infantiles, de copos de nieve y querubines, del rey y sus borlas doradas, de los escribientes y las gitanas… la dejó inerme, contra una pared de formas inquietantes pero sin voces.
El mutismo lleno de memoria le recordaba la soledad y la quietud era una mortaja de condenado. Nunca creyó que iba a tener que vivir sin ellos.
In Pace.

Tu ausencia me rodea como la cuerda a la garganta, el mar al que se hunde. "Fervor de Buenos Aires" (1923), Jorge Luis Borges

Enlace↓↓↓

---------------Pasión por la Historia: Inglaterra en el reinado de EnriqueVIII, Ana Bolena, Isabel I, Catalina de Aragón, Juana Seymour, Ana de Cléves, Catalina Howard y Catalina Parr---- Antonia Fraser.

La nodriza esclava (cap 2. Los fantasmas de la Torre de Londres. 2da parte)

 




A la reina Catalina no le importaban las indiscreciones de Isabel porque la divertía mientras cosía las camisas de su marido. Los cantos españoles y los relatos bíblicos eran sus preferidos. Ella quería tener un hijo varón para llenar el vacío espiritual y dejar un descendiente y futuro rey. Enrique estaba obsesionado con el tema y podía transformarse, de un momento para el otro, en un ser cínico y despreciable. Era muy mujeriego. Él trazaba un plan y se debatía luego en mil proyectos pero era arquitecto de sus propias decisiones. Fuerte y seguro de sí mismo, cada día diseñaba un pacto febril y desesperado; cumplía con los compromisos de ese trato y nada lo hacía sentir condenado o arrepentido.

“Mi propio aplauso es el que tiene valor para mí.”
                                                     Cicerón

Así vivía Enrique VllI.
-Siempre os diré que existe una raza de Dioses; más no creo que cuiden lo que hacen los hombres, pues si lo hiciesen a los buenos les iría bien y a los malos mal… lo que no sucede-decía el rey.
Isabel no podía comprender cómo no podía querer a Catalina que era una gran mujer. Enrique la respetaba por venir de alta cuna, la amaba a su manera, pero debía tener un hijo por el bien de todos.
-¿ Queréis que os cuente la historia de Jesucristo?
-No, hija, muchas veces has hablado de él.
-Jesucristo nació en Belén cerca de Jerusalén, capital de Palestina, en el año 753 durante el reinado del emperador Augusto. Las  primeras épocas de su vida las pasó refugiado en Egipto junto con sus padres. Luego, volvió a Judea y se estableció en Nazaret. Dedicó su tiempo a la oración y a su oficio de carpintero.

Biblia antigua

-Deteneos…
-Al cumplir treinta años, Jesús cerró su taller y comenzó a enseñar; decía que él era el Cristo o el Mesías a quien esperaba toda la humanidad. Era el hijo de Dios enviado por su padre para salvar a los judíos y al mundo entero.
-Entonces, pedidle que os envíe un niño-dijo Catalina.
-Por supuesto, mi reina.
En ese momento, entró Auguste Deux con unos mensajes para Enrique Vlll que colocó sobre una mesita donde estaba depositada una cruz, propiedad de Catalina y obsequio del Papa Clemente Vll a sus padres.
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De---La nodriza esclava
Enrique VIII y sus seis esposas.
Las ejecuciones por presunto adulterio.
La Iglesia