sábado, 9 de julio de 2022

Puerto soledad. (Primer combate. Britania. 1era parte)

 

BRITANIA

 

¿El amor viene a salvarnos?

Una mujer golpeó el postigo de entrada. La desconocida miró a Laurentino con desconfianza.

‒Necesito hablar con Emilio Torres ‒dijo y consultó un papel en donde tenía unas anotaciones.

El traje que llevaba puesto era de hilo de algodón; una tela que venía de México y que se elaboraba en la parte norte de América Central. El perfume Creation-Ted Lapidus tenía componentes aromáticos de magnolia, canela, jazmín y fruta de la pasión, y lo usaba una persona como ella: delicada, a quien le gustaba que la recordaran siempre por la energía paranormal de su exuberancia física y verbal.

Laurentino, aunque ya la conocía porque era una estudiante de la pensión que ocupaba el ala derecha, la observó con curiosidad y con deseo de estudiar su aspecto hasta el infinito y traspasar los límites. Britania venía por el empleo; ya sabía que no sería fácil atender las demandas de una persona que escondía conflictos y sentimientos bloqueados.

Emilio se enteró al instante y la sorpresa fue enorme. Britania entró al cuarto de construcción sencilla con vigas de madera y el blanco interior de paredes y techo. Ella, con su belleza extraña, lo cautivó y olvidó, de momento, su vida anterior. Fue igual a un torbellino donde los minutos giraron arrastrados por ánimas que se llevaron las cargas en un vía crucis demasiado veloz. El vestido se adhería a su cuerpo y la inmortalizaba ante sus sentidos como una sonata italiana. Era una ninfa que recorría el camino de los valles, amante de la danza y de la música.

¿Por qué Emilio Torres sentía ese absurdo amor por alguien que no conocía? Tal vez, se debía al hecho de estar solo en ese claustro desierto de ternura y de cariño, pero era obvio que ocurriera porque esa mujer resultaba ser demasiado seductora. Emitía señales internas de sucesos imaginarios.

Emilio no se atrevía a moverse por temor de que el más leve movimiento bastase para alejar la felicidad. Ya no le quedaba nada por desear pero se estaba volviendo egoísta. Tenía derecho a la amistad. Se veía igual a un soldado espartano, a un alabardero español de los tercios de Flandes o a un romano de caballería.  Su propio infantilismo lo remontaba al pasado y eran sólo ondas que se confabulaban para aturdirlo aún más. Por su personalidad muy rígida y su poca vida de distensión era más vulnerable a sufrir desilusiones, aislamiento y enfermedades psicosomáticas.

 Roberta, arrastrada por el demonio, entró al lugar. Empujó la puerta de una manera agresiva como un homicida a punto de asesinar a su víctima. Se encontraba furiosa; esa intrusa desbarataba sus planes. Rumió dos o tres frases y se las arrojó a la cara con astucia y mala educación; afectada por ese rencor que la convertía en un monstruo, gritó hasta cansarse mientras los demás la miraban sorprendidos. A la tía de nada le servía practicar su rito, sólo podía hacerlo en su esotérico edén rodeada de mandrágoras y de narcóticos.


‒¡Qué hace esta mujer acá!¡Quién le dio permiso para entrar!¡Yo soy la dueña de la casa y nadie me respeta!

Emilio, que dejaba obrar a los demás en los asuntos de su propio interés, no hizo nada para recuperarse del mal momento. Apretó un pectoral: cruz de prelado parecida a una insignia pontificia. Era un regalo de Juan Pablo ll al finalizar la guerra. Cuando se dio cuenta de su  desprotección, se aferró a ese objeto sagrado y se quedó esperando que los minutos le devolvieran un milagro.

‒Voy a irme cuando él me lo pida, seguro que tiene razones para solicitar mi ayuda. Si no me necesita me lo dirá… ‒dijo Britania intentando restablecer el orden.

La tía Roberta, ofuscada, con el peinado fuera de lugar y el delantal de cocina por la rodilla, iba a explotar de ira. Dio un portazo y se fue sin decir una palabra. Su máscara desprendía un olor rancio y se desdibujaba en pocos minutos pues su metamorfosis era notoria.

Puerto soledad.
La guerra de Malvinas
-1982-
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La guerra de las Malvinas o conflicto del Atlántico Sur fue un conflicto armado entre la Argentina y el Reino Unido desatado en 1982, en el cual se disputó la soberanía de las islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, ubicadas en el Atlántico Sur.

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