jueves, 8 de agosto de 2024

La nodriza esclava (Cap3-Los resucitados-2da parte)

 


El 18 de febrero de 1516 Catalina de Aragón dio a luz a su quinto hijo, una niña y la llamaron María. El cardenal Wolsey fue el padrino de bautismo y Margaret, condesa de Salisbury, la madrina. Las celebraciones resultaron ser menores pues se esperaba un “príncipe”; sin embargo, la niña creció feliz y fue el motivo de las esperanzas familiares. Tuvo varios profesores bajo la supervisión de Catalina, uno de ellos fue el humanista Juan Luis Vives.

El tiempo pasaba rápidamente y Catalina envejecía; tuvo otro hijo que nació muerto sin saber las causas exactas porque la mortalidad infantil era moneda corriente, aunque se comentaba que era probable que la toxemia y alguna afección renal no habrían llevado a buen término aquellos embarazos.

La reina engordaba y Enrique VIII veía cada vez más lejano el sueño de ser padre de un hijo varón. Ya no le importaba el matrimonio y los lazos que lo unían a Catalina: la reina piadosa. Descuidaba sus deberes conyugales por otra dama de la corte que fue llevada al palacio por la reina francesa Claudia. Isabel sospechaba los pasos de Enrique porque lo había visto mirar a alguien muy especial de pelo oscuro que cruzaba, por las noches, las galerías con una bandeja de plata. No era muy bonita, pero su andar sin brújula era etéreo igual que su túnica; parecía un ángel algo siniestro, hechicero y seductor.

 

Catalina de Aragón subió a un carruaje; iba vestida con un traje de armiño, regalo de Enrique. Ya tenía más de treinta años y su aspecto, tan bello en su juventud, dejaba traslucir el sufrimiento de una vida castigada por el infortunio. A pesar de eso, seguía siendo la soberana culta y digna, la humanista ferviente y la religiosa que dedicaba su tiempo a hacer caridad con los necesitados.

Isabel Law la quería muchísimo y sospechaba que esa bondadosa mujer iba a ser humillada una vez más. Cuando la vio partir, se marchó por el pasillo espejado de estatuas y cuadros de Sandro Boticcelli hasta el ventanal que daba a la parte frontal de la residencia. Isabel miró el paisaje, las casas de ladrillo de fachadas altas y estrechas que se conservaban desde hacía siglos. Siguió su camino sin importarle la magnificencia del lugar y el respeto que debía tener pues, a menudo, se notaba su impertinencia. Cuando pasó frente a una de las habitaciones de las damas, escuchó ruidos y vio que la puerta estaba entreabierta. Se aproximó… Enrique VIII estaba rendido ante los encantos de una de las señoritas de la corte de pelo oscuro y mirar de lince.

Era la primavera de 1526, el rey se enamoró de Ana Bolena y de sus ojos negros.

Isabel sintió vergüenza y huyó por la escalera aterciopelada; pensó que aquello no era un espejismo. Frente al portal, abrazada a las imágenes aladas que surgían desde los lirios, cayó rendida por un sopor letal que afectó su raciocinio. Sumergida en el ilusorio tiempo de lo sobrenatural, con una congoja parecida a la herida de un puñal, se desmayó de súbito.

Al amanecer, el mundo la encontró fría rodeada de un hielo rocoso y atrapada por insectos y murciélagos. Un gallardo caballero la levantó del piso. Isabel se apartó bruscamente de ese hombre porque estaba en falta. Todo la hacía sentir culpable porque no podía resistir el roce de una mano masculina que no fuera la de Auguste; experimentaba sensaciones extrañas en su cuerpo como si estuviera cometiendo el más terrible pecado.

Enrique se acercó para recibir a Jacobo IV de Escocia. Isabel salió corriendo rumbo a la casa; pensó en la noche que él habría pasado con esa mujer y se estremeció porque creyó que, quizá, el rey la habría visto observando desde la puerta.

 

 

Enrique VIII y Jacobo IV hablaron de las controversias de La Reforma. Inglaterra junto con Alemania, Holanda y los países escandinavos se separaron de la Iglesia Católica.

La Reforma originó “Las Guerras de Religión”.

La Iglesia Católica reaccionó mediante la llamada contrarreforma que corrigió los defectos y emprendió una activa campaña de propaganda doctrinaria y conversión de infieles. San Ignacio de Loyola fue el fundador de la orden de los jesuitas: la principal figura de ese movimiento.

**

LA NODRIZA ESCLAVA
Dinastía Tudor-1510
-------------------------------Enrique VIII, Catalina de Aragón, "La muerte negra", La inquisición, Los sacrificados, La torre de Londres.

No hay comentarios:

Publicar un comentario