viernes, 20 de septiembre de 2024

Las horas de Coty (5-"Santa Cecilia"-2da parte)

 


La necesidad de entender el dolor de los otros…

Benjamín se sentó a tomar una merienda con su madre y su hermana.

Constance no podía verlo así.

−Ya verás que te llevarás una sorpresa –le dijo para animarlo.

−¡Esos son puros delirios! –gritaba Octavio desde la sala.

−¡Qué ganas de mortificarlo!

−No te preocupes, mamá. Los padres siempre quieren que los hijos trabajen en algo que les dé dinero. ¿Cuándo viste alguna vez que estuvieran de acuerdo con el hijo artista?

−Después cuando son famosos.

−Ah… sí, claro –aprobó Coty dándole la razón−, pero algunos artistas mueren sin ver el éxito. ¿No le pasó eso a Van Gogh?

Los hermanos hablaban de Vincent Van Gogh como si lo hubieran conocido, como si la vida tortuosa que llevó fuera parte de una trágica secuencia familiar.

−Llevar el mismo nombre de su hermano muerto ya fue para él una pesada carga. Se encerró en sí mismo, y sus lazos más firmes fueron los que mantuvo con su hermano Theo, cuatro años menor.

−¿Su hermano murió y le pusieron el mismo nombre? Parece algo macabro.

−Su madre Anna Carbentus, esposa del pastor protestante Theodorus Van Gogh, dio a luz su primer hijo, pero nació muerto. Con ese dolor y la esperanza de quedar embarazada otra vez, pasó un año y así el 30 de marzo de 1853 nació el segundo hijo y le pusieron Vincent Willem igual que el primero.

−Me parece un poco oscuro todo, como si lo triste que atrae la muerte lo hubiera perseguido igual que una sombra.

−Pobre chico –agregó Constance −. Seguro que no tuvo ayuda religiosa.

−Ay… mamá –respondió Benjamín.

−Los artistas miran la vida con otros ojos. Eso es bueno hasta cierto punto porque pasan demasiadas cosas que ellos, por su sensibilidad, no pueden superar. Hermanito, tú sabes que de este pueblo no se puede esperar mucho. No eres Van Gogh, pero estás en las mismas condiciones.

−Y sí. Él vendió un solo cuadro antes de morir. Había pintado como ochocientos, todos reflejaban sentimientos de comprensión hacia los demás y captaba, a través de los retratos, la sensibilidad para entender el dolor de los campesinos y mineros y la profundidad de la experiencia humana.

A la media hora, la tía Marie Anne volvió de la peluquería y se encerró en su cuarto. Nadie se dio cuenta.

Coty necesitaba ordenar el guardarropa y buscar algo acorde para el encuentro con la madre superiora. Se sentía algo tímida al pensar en el colegio y sus retazos de sol, la gruta de la Virgen, las hermanitas jardineras y el olor a comida que venía desde la cocina. Una religiosa tocaba el piano en el primer piso y desfilaban los alumnos rumbo a la capilla: la nueva, la vieja, siempre impecables, heladas por ese frío perpetuo que se le colaba por el yeso de las estatuas donadas por los inmigrantes.

Ahora ella, si todo salía bien, llevaría a los niños por ese recorrido, en cortejo, dando la mano al infinito, y entre arrullos de palomas, las palabras y sus huellas, el mensaje tierno y el viaje hacia el futuro.

Coty miró por la ventana y vio pasar el auto de Adrián.

Se estremeció.

No quería que ese sentimiento, que empezaba a nacer, se interpusiera con el proyecto que tanto había soñado, pero también sabía que cuando la pasión es intensa no permite espacio al raciocinio y que todo deja de tener importancia.

“No debo dejar que nada sea más importante que mi deseo de ser maestra. Quiero a los niños. Necesito ese trabajo y no volveré a ver a Adrián porque sé que me traerá problemas. Espero que no me busque porque será mucho más difícil. Necesito paz y sabiduría, centrarme en un fin como principio del mañana. Ya tendré tiempo para otra cosa. Aunque no quiero quedarme sola como mi tía; ella prefirió sacrificarse y someterse a los caprichos de los otros”.

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LAS HORAS DE COTY
------------------------------Anorexia nerviosa, La depresión, La soledad, El amor verdadero, Van Gogh, Jane Austen, Novelas históricas, Retratos literarios.

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