martes, 11 de junio de 2024

Licia (Cap III. El sonambulismo-3era parte)

 


Antoine fue al encuentro de la niña que estaba sentada en su cama rodeada de muñecas de marfil inválidas que sonreían y de ojos mágicos que parecían, como los de ella, hilos de agua.

‒¡Qué niñas tan felices!

‒Padre, vuestra vida es dura y frágil. ¿Verdad?

‒¡Qué! ‒respondió asombrado Antoine ante la pregunta de Celine que, con sus cuatro años, lo descolocaba. Hablaba como una persona adulta.

‒Sois vuelo, calidez y frío.

‒Oh… dulce poeta. ¿Ya habéis comido? ¿Queréis unas galletas?

‒Mamá ya me dio una merienda. ¿Por qué lloráis por dentro? ¿No sois feliz?

‒Sí, hija.

Antoine salió de la habitación tan rápido como pudo. No entendía cómo Celine podía expresarse de ese modo con la edad que tenía. Desde que nació se había confundido con su voz tímida y la calidez de sus brazos, pero jamás pensó que lo sorprendería con su aprendizaje. Todavía no tenía maestras.

‒¿Qué me contáis de Celine? ‒le preguntó a Rosalie quien, en ese momento, consultaba un libro sobre temas médicos.

‒¿Qué le pasa a la niña? Claro… ahora entiendo. Recién te dais cuenta de lo que siempre te comento sobre ella.

‒¿No os parece rara su forma de hablar?

‒Permanezco todo el día a su lado, ya estoy acostumbrada a escuchar sus charlas. Toda ella es extraña, pero el que me preocupa es Alexandre.

‒Sí, seguro. No hay certezas sobre qué le ocurre. Tal vez, está enamorado.

‒Seguramente, algo perderemos para ganar. Así son las cosas: un legado de ausencias y de encuentros. El universo del apenas vivir.

‒Bueno, ya sé a quién se parece nuestra Celine. Tenemos dos poetas en la casa. Las maestras que habláis con el diccionario al lado.

‒¿Diccionario?

‒Sí, el de Sebastián de Cobarrubias, capellán de Felipe II y canónigo de la Catedral de Cuenca, fue un curioso personaje, humanista, políglota y hombre de letras. En 1605, en los ratos que le dejaban sus ocupaciones, se puso a escribir el tesoro de la Lengua Castellana, considerado primer diccionario de nuestro idioma.


El día estaba gris y un rayo de luz iluminaba el rostro de Rosalie. Antoine admiraba la mirada cálida de ella reflejada por una aureola de pensamientos. Parecía una de esas pinturas ingenuas de la Edad Media, en las que el artista ha dejado el artificio reservando la magia de un pincel sobrio donde el firmamento parece reflejar sus áureos resplandores.

‒Mamá, ¿cómo os va? ‒dijo, de repente, Alexandre que llegaba de la calle.

‒Me inquietáis. ¿Cómo os fue en la clase de hoy?

‒Bien.

‒¿Os preparo algo para comer? Tenéis los ojos turbios y cansados.

‒Estoy un poco aturdido.

Antoine los dejó solos en el recinto. Las palabras de Celine resonaban en la casa aletargada y prestaban su dulzura al entorno aderezado por la tibieza de los sueños.

‒Pobre hija mía ‒dijo Rosalie por lo bajo.

‒¿Qué tiene Celine? ‒preguntó Alexandre.

‒Sabiduría.

‒Menos mal.

‒Debéis mecer la soledad y caminar los pasos del tiempo.

‒¿La escucháis?

‒A su edad, ¡Dios mío! ¿Cómo puede hablar así?

‒Pues, no sé…

‒Alexandre, hijo. ¿Por qué no me contáis qué te pasa? El amor de madre lo puede todo. Si no estáis bien, debéis decirlo para ir con un facultativo. Confía en mí o en tu padre. ¿Tenéis algún secreto? ¿Os da vergüenza?

‒No me pasa nada, madre.

‒Por favor, no me llenéis de incertidumbre. Sabéis que sola no puedo.



‒Es que estuve estudiando mucho para los exámenes y suelo descansar poco de noche. Me duelen las articulaciones y las piernas parecen cargadas de hormigas. Me levanto y tomo leche caliente con miel y observo la calle desierta cuando peregrinan los perros vagabundos y se escuchan los violines. Es bella la oscuridad cuando sabes que tienes refugio; triste es la soledad que desprende sus vahos nocturnos, la sal de las callejuelas de piedra y los residuos que huelen a carne acumuladas en trastos abandonados por ancianos dementes.

‒No te entiendo, me asustáis ‒respondió desconcertada Rosalie. Se encontraba atrapada por las ideas incongruentes de su hijo.

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LICIA. HERMANA MÍA
-----------------María Antonieta, Las Tullerías, La Revolución francesa, Príncipe y Mendigo, La muerte, Las gemelas.

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