jueves, 30 de mayo de 2024

Aluen (Cap5. Hilario de Alcalá-Segunda parte)

 


El soldado tomó, como siempre lo hacía, del cuello a Leiva y lo arrastró como un saco de piedras hasta la puerta, bajó los escalones de la iglesia y lo dejó en el medio de la calle, donde un carro que llevaba leña casi lo atropella.

‒Maldito ‒murmuró‒. India del demonio, arrastrada…

Leiva se fue como pudo, parecía tener todos los huesos rotos.

‒Esto no se quedará así. Tengo derechos, ese hijo no puede ser del estúpido militar porque esa mujer es mía.

Aluen, con el niño en brazos, lloraba desconsoladamente. Pensaba que se había librado de ese hombre, pero no era sí. La vida era un calvario.

El padre Hilario no podía contener el estupor ante semejante espectáculo dentro del templo. Tendría que rezar diez años seguidos para sanar la herida. Pedro permanecía allí sentado en un banco con la cabeza baja, confundido, inmóvil, porque la situación lo había sobrepasado. La guerra con Leiva no se terminaría nunca, tendría que tomar una decisión. Aluen se había ocultado en el cuarto para calmar al niño que lloraba sin consuelo frente a la pelea. Él estaba acostumbrado a ese silencio de ángeles que habitaba en el templo. Su vida corta conocía las voces de su madre y del párroco, que eran siempre cálidas y amorosas, y el ronroneo de Timo, un compañero inseparable que lo miraba dormir en las noches estrelladas.

‒Hijo… ¿Estás bien?

‒Sí, padre. Disculpe esta guerra dentro de un sitio de paz, pero era necesario poner en su lugar a ese hombre inescrupuloso.

‒¿Se da cuenta por qué oculté a Aluen todo este tiempo?

‒Sí, ahora sí. Y perdone nuevamente si desconfié de usted. Yo no sabía que ella tenía un hijo. Es de Leiva, ¿verdad?

‒No ha querido decirlo. En un momento, pensé que era suyo porque lo dijo con tanta convicción.

‒No, padre, ojalá.

‒Se llama Pedro, sabe.

‒¿Sí? ‒respondió Medina y los ojos se le nublaron al escuchar aquello que lo emocionaba hondamente por todo lo que significaba. Aluen le estaba enviando un mensaje con esa actitud y con ese regalo.

‒Es para conmoverse. La verdad es que Aluen debe sentir algo por usted para bautizar al niño con su nombre. Créame, ella es muy introvertida. Habla muy poco, pero creo que está muy agradecida y quiso demostrarlo con ese gesto.

‒Me da mucha felicidad porque yo la amo, padre.

‒¿De verdad?

‒Así es. No pude olvidar sus ojos desvalidos aquella tarde que huía de Leiva, tan desprotegida. Parecía una niña de cinco años. Yo, como hombre, sentí la necesidad, la obligación de protegerla. No sabía dónde llevarla y decidí ir de doña Ramona, pero se escapó de la casa.

‒Sí, porque le pareció un lugar conocido en donde ese hombre la iba a encontrar rápidamente. Primero se alejó hacia el río; estaba desesperada. Quería morir. Luego, vino para acá y yo soy un sacerdote. ¿Qué iba a hacer? Tenía que ayudarla.

‒Hizo lo correcto, padre. Mire, yo ahora me voy pero volveré. Creo que no es momento para hablar con ella porque se tiene que recuperar. Le ruego que los cuide, a Aluen y al niño, y por cualquier cosa estoy en el Fuerte. Mándeme llamar, a la hora que sea, por Ramona o por las muchachas del asilo.

‒Dios lo bendiga.

‒Gracias, padre.

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ALUEN (Novela plagiada en Amazon)
-----La Patagonia rebelde, Los indios tehuelches, la colonización galesa, el sur argentino.

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