martes, 21 de mayo de 2024

Los siete dones (6-Los claustros-1era parte)

 


6-LOS CLAUSTROS

 

 

Al otro día, muy temprano, doña Dolores Casares de Correa Viale se fue para el convento de San Andrés. Se vistió de azul y se colocó un sombrero con un velo. No quería que nadie la reconociera, y que tampoco la siguieran si es que Bernarda la había visto salir por alguna de las ventanas. Golpeó aquella puerta amurallada de dos metros de altura con unos herrajes de bronce, el eco de su golpe le sacudió el cuerpo y el alma.

La recibió sor Teresa quien ya la conocía por las donaciones mensuales que entregaban los Correa Viale para los orfanatos de Buenos Aires. La monja la guio por corredores, atravesando habitaciones desiertas hasta llegar a un lugar recogido, bajo una galería de chapas y de donde caían gotas de agua. Sor Teresa se guardó la llave en el bolsillo. La pieza se hallaba casi vacía: una cama muy pequeña, una silla de otro siglo con asiento de pana verde descolorido, un baúl y una palmatoria. La puerta tenía demasiados cerrojos y la ventana, alta, la cubrían los barrotes. Había dos cuadros de la Virgen María con un crucifijo de plata.

−Hija… ¿Por qué has venido a este cuarto? –le dijo, de repente, el padre Lucas.

−Quería conocer el lugar donde traen a las novicias en los primeros tiempos. Usted disculpe si le causo molestias. Es frío y duele hasta el aire.

−Estamos con el Señor y nada nos puede lastimar. Pero cuéntame…

−Es que es tan difícil, padre. Tengo una hija joven y rebelde. Yo sé que mi esposo le va a buscar marido en cualquier momento, como usted sabe que se acostumbra. Yo no estoy de acuerdo, pero mi opinión no vale. Mi hija Milagros, si ese hombre no le agrada, no va a aceptar la boda. ¡Dios no quiero ni pensarlo! ¿Y qué va hacer mi marido? La enviará al convento como hacen muchos padres. Es mi única hija. Me atormenta tanto este tema, no se imagina. Es por eso que vine a conocer bien los claustros. Le juro, y usted perdone padre, que es igual que una sepultura.

−No jures, hija.

−Perdón, padre Lucas. Es que me siento tan angustiada y sola. Mi marido es muy distante y Milagros un ser especial, independiente, que no necesita consejos porque sabe lo que quiere y lo hace… Además no tiene vocación religiosa.

−Esperemos que no suceda lo de su marido y que ella se enamore de un hombre digno que sea aceptado por toda la familia.

−Para mi esposo no hay hombres dignos, solamente lo son los que elija él y los que tienen dinero.

−Cálmese, doña Dolores –exclamó sor Teresa−. No hay que adelantarse a las circunstancias. Vivir pensando en lo que pasará mañana enferma el cuerpo y la mente. El futuro es impredecible. Ojalá pudiéramos saber qué ocurrirá dentro de media hora. Ser religiosa es un regalo, si es que Milagros toma esa decisión.

−Es que jamás va a decidir eso. La conozco. Si aparece por acá será obligada por mi esposo y por las circunstancias.

−¿Prefiere que se case sin amor?

−Ninguna de las dos cosas.

Dolores se marchó con un rosario que le regaló el padre Lucas.



El patio parecía un paraíso, el verde se desbordaba sobre los techos y las hortensias daban un poco de vida a esa eternidad alejada de las miserias humanas, de los reproches, de la risa, y de la calidez de una familia. De lejos, le pareció ver a un pordiosero sentado en el borde de la calle.

“No me gusta este lugar, me ahoga. No debí casarme, no debí pasar por eso. ¿Quién me mandó? Mi padre como tantos, como todos… Me obligó a aceptar al militar rico y poderoso de doble apellido. ¿Y yo qué iba hacer? Era sumisa y obediente, distinta a Milagros. Acepté y aquí estoy sufriendo desde el primer día, sometida, y a veces humillada, pero demostrando al mundo lo feliz que soy. Vivir para los otros, ¡qué ardua tarea!”, pensó Dolores por la calle rumbo a su casa. Parecía una prófuga con ese velo que le tapaba el rostro. No quería que nadie supiera el porqué de su preocupación, pero el tiempo se acortaba y aparecían los temblores propios de la ansiedad.

−¡Ya tengo el candidato perfecto! –resonó en su mente la voz de don Aurelio.

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LOS SIETE DONES
-------------------------Felicitas Guerrero, Los claustros, El hijo, El hombre de los sueños, La millonaria y el vagabundo, Carros de fuego, El cruel, Madre e hija, Carlos Guerrero.

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