sábado, 13 de julio de 2024

La abuela francesa (Melanie y Francois-1890-1era parte)

 


MELANIE Y FRANÇOIS

-1890-

 

El Dr. Miguel Juárez Celman, gobernador de Córdoba, fue apoyado por el general Roca y por los ministros provinciales en las elecciones presidenciales de 1886. Casi no había oposición al partido oficialista de modo que triunfó en los comicios.

Sin embargo, una fiebre de riquezas invadió el país; el gobierno daba ejemplo de inmoralidad política, los puestos públicos bien rentados se multiplicaban en forma sorprendente.

Juárez Celman renunció el 8 de agosto de 1890.

El vicepresidente Dr. Carlos Pellegrini se hizo cargo de la primera magistratura hasta finalizar el período constitucional de 1892 y trató de salvar la crisis económica que había provocado la caída de su antecesor.


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Melanie estaba molesta con su caballo percherón que no quería caminar en la acera de enfrente, había ido a llevar los quesos, que ella y sus empleados fabricaban, a un comercio de la zona. No podía perder tiempo, los peones esperaban sus órdenes en el campo y debía vigilar los movimientos y proteger la fortuna. Cerca de allí había una cuadrilla donde un grupo de personas discutían sobre los beneficios de una u otra cosa, sin advertir que la mujer estaba en aprietos.

Elemir y François  escucharon su verborrea y se acercaron; no sabían cómo comenzar a entenderse porque querían ayudarla a salir del apuro. Ella levantó la vista y sintió algo inexplicable, una sensación extraña donde la magia se mezclaba abruptamente con la realidad porque la ropa de coronel la impresionó muchísimo.

François la miró desde la profundidad de sus ojos negros y le preguntó, en un dialecto mezcla de castellano y francés, si necesitaba auxilio; ella dilapidó su energía reprimida y festejó  hasta quedar exhausta porque había encontrado a alguien de sus tierras.

Elemir y François se fueron en la carreta esa tarde de marzo, un otoño cálido que los envolvió cual manto con lana de ovejas. No tuvieron que pedirle trabajo, ella era demasiado perspicaz y supo, desde el primer momento, que esos extranjeros la necesitaban. Cuando llegaron a la estancia se encontraron con un paraíso, allí había de todo: árboles frutales, hectáreas de campiña para recorrer al trote, plantas, aves exóticas (pavos reales, faisanes de Amberst y hasta un cisne negro) y pilas de libros en la biblioteca que tapizaban las paredes.

Los hijos de Melanie, que ya eran grandes, tenían el confort que ella les podía dar debido a su posición acomodada. Era propietaria de los campos y del capital; la familia estaba orgullosa porque siempre supo que lo lograría, ya que llevaba la sangre de su madre Francisca Dunoyer Bourdet.


Los nuevos empleados se mezclaron con los demás y de a poco aprendieron el oficio y lograron hablar castellano. No fue fácil para ellos adaptarse al modelo de vida, pero sintieron en ese hogar el calorcito de una taza de café cuando el hielo del invierno apretó sus huesos y la mano femenina que les brindó confianza. François encontró un lugar tibio donde abrigarse con la niebla de su pipa para soñar con el amor que hasta ese momento no conocía, por haber estado con el pensamiento puesto en las carencias de los demás y en las obligaciones que el ejército le demandaba.

Elemir parecía un gaucho autóctono con el mate en las manos, enfundado en las botas y con las rastras a cuestas se lo veía todas las tardes recorrer los establos, el campo abierto y los alambrados. Era un verdadero criollo que no se retraía ante el acecho de los indios y estaba preparado para azotar plagas, su aire cabrío lo transformaba en un personaje lleno de hidalguía similar a aquel Quijote de Cervantes. Tenía una gran virtud para adaptarse a los cambios, era frágil y manejable, demasiado gracioso y personal.

La esclavitud que sentía François en la casa lo preocupaba porque era enorme el dominio que Melanie ejercía sobre él, si bien la admiraba por su valentía igual que la gente del lugar, había cierta complicidad entre ambos que se frenaba por los límites y por una cortesía casi absurda. Existía una barrera; sin embargo, la amistad no tenía vallado.

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LA ABUELA FRANCESA
---------------------------------Patria, Los inmigrantes, La lucha femenina, Los indios del sur, América, Los inventos.

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