La libertad era solamente una palabra en los tiempos de 1810 en Argentina, todavía faltaban meses, horas, para que los hijos de la PATRIA fueran libres.
Sin embargo, las señoritas finas de la Escalada se consideraban dueñas y señoras de las miradas, mientras se iba el tiempo...
deshojando otoños con un ramito de violetas.
La abuela Blanca las quería y deseaba tenerlas cerca, pero su hijo, don Pedro, la había llevado a la buhardilla, aquella que desde lo alto parecía una torre de iglesia. Allí la abuela rezaba, pero también rezongaba y daba órdenes a la criada Tadea que iba y venía.
Camila, una de las niñas solteras, amaba a escondidas y necesitaba huir con el alba... La abuela Blanca observaba... Estaba contenta. Le faltaba rebelarse y escapar tras algún carruaje.
El sillón rojo la esperaba para tejer sus pañoletas de invierno, pero ella todavía debía esperar muchos años para ocupar su lugar.
Tu sillón vacío.
me encanta como eres y como escribes disfuto siempre lo que dices sigo brindando por ti
ResponderEliminarGracias, amiga. Te dejo un abrazo. Cuídate.
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