PRÓLOGO
Regreso siempre a la inquietante paciencia de verme reflejada sosteniendo la mano de algún protagonista que camina por los ojos del sauce en la pampa argentina. Y es por eso que vuelvo, para quedarme… Así lo quisieron mis antepasados que dejaron su vida en el surco como huella de una memoria que crece con los años.
Puedo ver a doña Emma con su traje de invierno, descubriendo infinitos en la inocencia de una mirada e intentando reprimir el vuelo de su hija Felicitas que ama y sueña junto al fogoncito para el compañero de Antonio, el capataz.
En esa quietud se desata la batalla y cada uno es artífice y víctima de los prejuicios sociales de un pueblo que todo lo mira porque vive y delira, señala y absorbe… Doña Emma escribe el último libro con pluma de adolescente que busca la oscuridad porque la Abriga, pero sabe, en el fondo, que no merece el perdón.
La dirección del viento es el mejor camino pero todos van en sentido contrario porque prefieren enredarse con las raíces de un suelo que los empujan hacia los aciertos y errores, con idilios inconclusos, ausencias y preguntas retóricas.
La niña Felicitas, tímida y osada, es una discípula que se enamora, pero no sabe si puede o debe porque existe alguien que ordena su vida desde los umbrales de la estancia La Candelaria.
La Madre Tierra se encarga de elevar muros pero Felicitas siempre encuentra atajos para huir en busca del amor.
Son los hijos de la criada los que tienen la última palabra.
-------------Emma, viejo mundo, La rebeldía de querer amar, el olvido de los sueños, llorar por todo, secretos de familia, el abandono y la pasividad.
Gracias Gemma García Veiga por tu generosidad.
Llevo el 70% de tu novela y me intriga. Primero fue descubrir el secreto de Felicitas, ahora quiero averiguar por qué Emma está tan amargada, seguirá Remedios dejándose llevar por los intereses de otros...
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