La intensidad del momento la
inducía, con vehemencia, hacia un lugar no imaginado. Letizia quería hablar con
su padre.
-¡Papá!-gritaba mientras manejaba
por la ruta con rumbo desconocido. Estaba representando el papel protagónico en
una serie de absurdos desencuentros; acaso quería volver a la niñez para
ocultar su cuerpo entre los brazos de Julián que la amaba tanto.
Era delirante y rabiosa su manera
de conducir el vehículo que se hallaba librado al azar.
Damián, en un taxi, seguía el
recorrido a cierta distancia sin perderla de vista pues pensaba que en algún
momento se iba a detener para regresar; el desparpajo de Letizia la impulsaba a
cometer cualquier delito porque estaba fuera de sí.
Julián era su tabla de salvación en
esa vida infecunda que le tocó en suerte. ¿Cómo habían dejado que se muriera
sin su ayuda? Estaba desesperada porque no podía creerlo. Su madre era una
desquiciada que no la había buscado para tratar de hacer lo imposible por
conservarle la vida.
-¡Loca, insana! Me las vas a pagar.
Por tu culpa soy todavía una niña sin identidad, por tu culpa no puedo asumir
las pérdidas. Te ahorcaré con mis propias manos cuando llegue a casa, pero no
me reconocerás…
Así comenzó a arañar su rostro
hasta hacerlo sangrar mientras manejaba a una velocidad tan riesgosa para ella
como para los demás automóviles que transitaban por la ruta.
***
Barbastro se encontraba desierto por los calores. En la residencia, el hielo de la muerte trepaba las paredes para instalarse junto a la cama de Manuela.
Ese cuerpo anciano se aferraba a
las sábanas en una lucha íntima. Sabía que los tiempos eran cortos y estaba
agotada del mismo cansancio de los años. Manuela pensaba que le faltaban pocas
horas de vida, entonces se aferraba a los recuerdos felices y casi
inexistentes. Buscaba a Julián igual que Letizia para que la ayudara a resolver
su último problema.
-Hija, tu padre sabe diferenciar la
inocencia y la malicia, el odio y el amor, los errores y las virtudes… Espera,
no cometas una barbaridad porque yo sé que, aunque te encuentras turbada por
espíritus oscuros, llevas la sabiduría en la sangre.
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