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El silencioso grito de Manuela (Cap XXII 3era parte)


 

-La tía se mató en la ruta; el auto chocó con un árbol después de dar varios giros.

-¡No!

-Dicen…-continuó Damián-, que tuvo un paro cardíaco mientras manejaba.

-Yo sabía que tarde o temprano algo iba a ocurrirle porque no estaba bien. Demasiados sufrimientos no sólo enferman la mente sino también el cuerpo. Yo he tenido parte de culpa.

-No importa. Cuando alguien muere no sirve de nada todo lo que viene después. El dolor no tiene que prolongarse un día, ni siquiera un minuto más. No se puede pedir perdón ni culpar a otros, no tenemos que colocarnos tampoco en lugar de victimarios. Ella no volverá…

-Damián, Letizia estaba enferma desde que era niña. Sus padres la protegieron demasiado de los peligros que luego la acecharon con más furia. Fue tan frágil siempre que Manuela y Julián pensaban que iba a morir joven. Se automedicaba por problemas psicosomáticos, lloraba sin razón aparente y su rostro mostraba, por momentos, una pasiva violencia hacia el entorno; sin embargo, se mantenía casta y firme ante las convicciones de su madre a quien debía obedecer. Encarnación, en cambio, era rebelde, vital, y prometía ser una mujer única con proyectos a largo plazo.

-¿Tienes una fotografía?

-No, pero encontraremos alguna. Te lo prometo.

-Necesito verla, saber cómo eran sus ojos y su forma de sonreír.


-Era muy bella, imponía su presencia en cualquier lugar con su personalidad y elegancia. Ya buscaremos un retrato ahora tenemos que ocuparnos de los jóvenes, de Manuela y del funeral de Letizia.

Damián ante la ansiedad que le provocaba conocer a Encarnación se había olvidado de la nueva tragedia que enlutaba a la familia; es que él, como todos, vivían desde tiempos remotos en permanentes duelos.

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EL SILENCIOSO GRITO DE MANUELA.
Grito de Mujer.
Muerte súbita.
Locura de amor.

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