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El silencioso grito de Manuela (CapXV 1era parte)

 


La casa era muy antigua, de dos plantas, con un patio florido rodeado de habitaciones altas, ventanas con enrejados de hierro y cortinas amarillentas tejidas al crochet. Las paredes pintadas con cal resplandecían delante de una fuente cercada por macetas con pensamientos y estampillas. En la terraza, alguna vecina colgaba la ropa que flameaba cual bandera de barco perdida en altamar.

-¡Socorro!-gritó alguien y apareció una mujer de mediana edad, obesa y autoritaria, que parecía ser la dueña de la propiedad.

-“La Nueva” hace una semana que no sale de la pieza. ¿Le habrá pasado algo? ¿Usted que cree?

Socorro no podía pensar en ese momento porque los inquilinos protestaban, la gente tenía hambre y al guiso de lentejas todavía le faltaba cocción.

-Mañana veo-contestó sin importarle la situación.


***

 

Arropada sobre una bolsón de campo y sofocada por el polvo y la locura, Letizia, en el cuarto, permanecía mirando el techo. Sentía frío y esa soledad que viene desde dentro, por las carencias. No sabía cómo había llegado hasta ese sitio ni con qué dinero había pagado el primer mes de alquiler. A diferencia de lo que Manuela creía, su hija estaba viva pero con la salud quebrantada y con una imagen entre distraída y perversa que la transformaba en una persona de cuidado; sin embargo, su abrumadora tristeza la llevaba al abandono total. Ya no se preguntaba qué pasaría en el futuro; ella era un combatiente que mostraba las cicatrices como galardones. En la visión incongruente que tenía con la vida, el tiempo era un cadáver al que le realizarían la autopsia de manera rápida y obligada.



La vecina, de vez en cuando, asomaba su cara por el vidrio a través de la cortina para mirar a “La Nueva” como la llamaba ella.

-Eh… tú -solía gritarle molesta al ver el cuerpo rígido de Letizia y sus ojos absortos observando el techo. Ella no le contestaba porque no la escuchaba; su mente no hilvanaba frases ni pensamientos coherentes.

-¡Socorro!, parece muerta, llame a la policía.


EL SILENCIOSO GRITO DE MANUELA
Eternamente Manuela
La mujer que sólo rezaba...

1 comentario:

  1. Tiene muy buena pinta Luján, una historia que atrapa y eso que he leído
    un capitulo avanzado.

    Enhorabuena!!! besos.

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