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Buenas y Santas... (Cap 8. La huida-1era parte)

 


8-LA HUIDA

 

“La virtud del sacrificio y del amor

 no tiene límites

         en el corazón de la mujer…”

 

Tarchetti

 

  

 

SANTA FE DE LA VERA CRUZ

ENCAJES DE VENECIA

 

Al día siguiente, sosteniéndose de las columnas de la cama, Felicitas aceptó los reproches de doña Emma. Se sentía mal, muy mareada. Al rato, llegó el médico.

‒Perdone que lo distraiga de su meditación. ¿Qué tiene? ‒preguntó doña Emma con curiosidad y miedo.

‒Necesito hacer unos análisis porque no estoy seguro. Venga al pasillo, por favor.

Lo primero que pensó el médico fue que tendrían que airear la habitación y que alguien con menos prejuicios y más caridad debía comprender las circunstancias y no hacer planteos absurdos.

‒Descarriada ‒dijo por lo bajo la patrona después de hablar con el facultativo. ¡Miente o se equivoca! No puede ser, yo sabía que en cualquier momento iba a ocurrir. No se preocupe, yo sé lo que tengo que hacer. Ahora más que nunca. ¡Remedios, ve a buscar a Raúl Neder!‒gritó.

‒Sí, doña‒se escuchó desde los pasillos, pues la criada tenía la costumbre de ocultarse para escuchar conversaciones ajenas.

Felicitas suspiró con fuerza y le pidió a su madre que le sirviera agua. Ella, mientras llenaba el vaso, la observó a través del espejo.

Remedios llegó con Raúl en media hora. Doña Emma bajó a la sala. Sentía como un desgarro, una especie de ansiedad, un dolor incomprensible… que se transformaba en furia irracional.

‒Pensó en el casamiento. Lo que le pregunté el otro día; analizó la posibilidad de unirse en matrimonio con mi hija.

‒Sí, ya se lo he dicho, pero no me acepta.

‒No aconsejo esa unión ‒dijo Atilio que llegaba desde los galpones de las herramientas‒. Es desventajosa para Felicitas. Le hará daño, ella es muy frágil. Puede enfermar de depresión.

‒Se tiene que casar ‒contestó doña Emma con energía‒. No hay que perder tiempo. Se trata de una cuestión de honor.

‒A mí no me parece.

‒Pues a mí sí y se hará lo que yo decida como siempre. Usted quédese tranquilo que esta niña va a encontrar, al fin, su camino. Mis respetos a sus padres. Gracias por haber venido, ya le comunicaré las nuevas noticias.

‒Nos vemos, adiós.

‒Madre, usted no sabe lo que hace. ¿Por qué tortura tanto a nuestra hermana? No sea tan intransigente. Parece que se estuviera cobrando una antigua deuda.



‒¡Calla! Respeto, niño. ¿Qué me dices de Antonio, el capataz? Ayer la traía a caballo toda mojada y embarrada desde los bosques. ¿Qué tengo que pensar?

‒No sé, quizá se volvió a escapar. Pero ocurre eso porque se siente presa, porque no puede decidir sobre su vida. No la ahogue tanto. ¿Por qué la obliga a casarse con Neder?

‒Por dignidad moral.


BUENAS Y SANTAS...
Los hijos olvidados
-----------------Emma, el olvido que seremos, la rebeldía de querer amar, llorar por dentro, la boda, luchar por la libertad.

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