Doña Emma sabe que tiene que ser rigurosa a la hora de imponer sus leyes. En la pampa argentina no pueden, ni deben existir dudas sobre la reputación de una joven. Su hija Felicitas es rebelde y le trae problemas. Suele escapar con su caballo y regresar tarde. Situación que preocupa a su madre en épocas (1910) en que las familias debían guardar el decoro, la reputación.
No sólo hay que ser bueno sino parecerlo.
Felicitas es muy amiga de la criada Remedios, casi una hermana, y comparten secretos. Antonio, el capataz, un hombre distante, hijo de una india, merodea la periferia de la casona vigilando los movimientos. Es un ser extraño, de pocas palabras, pero bueno y respetuoso.
Su madre se llamaba Cruz. Fue recogida en una estación de ferrocarril con el niño en brazos y llevada luego a la estancia como criada.
Todo un misterio. Secretos de una familia en conflicto con las leyes de una época y los sentimientos profundos. Los que nos marcan para toda la vida y dejan esa huella que no se borra jamás.
BUENAS Y SANTAS... Los hijos olvidados
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