En el espacio de la duda, Manuela sentía la afirmación de lo seguro. Existir frente a esa continuidad de los espejos vivos, le permitía seguir siendo niña a pesar de las arrugas. Era el tiempo desconcertante que ya no podía sostenerla, pero ella daba batalla.
-El delirio es como salirse del surco-decía-, pero es el miedo que desordena la conciencia, levanta rejas y se convierte en jaula.
La pócima estaba dentro del cuerpo, era su temido grito: arrodillado y silente, memorioso...
En la soledad que guarda tempestades, la esperanza ya no basta y el encierro enmudece en tus ojos tristes.
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EL SILENCIOSO GRITO DE MANUELA.
Hola Lujan.
ResponderEliminarMi querida Manuela con sus delirios y su triste destino, me encantó leer este pequeño fragmento y recordar su historia.
Un abrazo.
Gracias mariarosa.
EliminarVos leíste a Manuela hace mucho, yo no la puedo abandonar.
Ahora la quité de amazon para poder publicarla por acá porque si no no podía.
En amazon vendí casi nada y me aburre muchísimo estar esperando noticias. Prefiero seguir escribiendo para quien quiera leer. Es la vocación que tengo que no me deja en paz jaja.
Besos y gracias.