lunes, 15 de junio de 2020

Caminar vale la pena, aunque te caigas (E.Galeano)



Manuela divagaba porque no podía ocultar el idilio que tenía con su amada hija pero tampoco deseaba cruzar la reja porque sus huesos arrojaban frío. Sabía que en el fondo de la sombra estaba la tempestad, un demonio que no entendía de bendiciones y con quien tenía que luchar hasta dejar la última gota de sangre. Por momentos, creía ser tan omnipotente como Dios pero luego caía en el silencio que da la incertidumbre con su oleada de presagios. Ella era la niña que necesitaba abrigo porque el espejo no tenía cara para enfrentar sus arrugas.

Julián seguía respirando a través de sus hijas y nietas porque aunque Rocío y Encarnación estuvieran muertas él sentía que estaban presentes. Las amaba tanto que hubiera dado la vida por ellas. Damián también era su refugio para enlazar historias aunque debía reprimir sus impulsos y ocultar las lágrimas porque el joven, de quince años, sufría desde tiempos pretéritos anorexia nerviosa crónica que dejaba casi desnudas sus entrañas.
-Abuelo, háblame de mi madre-le preguntaba a Julián que entornaba los ojos y colocaba las manos en forma de cruz sobre el pecho.
-Dile a Manuela, vamos anda…

-No, cuéntame de ella. (fragmento)

De---El silencioso GRITO de MANUELA

Editorial Dunken (papel)
Autores Editores (papel)

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