Aquella Manuela que conocí no me miraba, no se daba cuenta de que yo la observaba como quien ve un lienzo empolvado por los años. Ella era distante, inalterable, sosegada... Llevaba sus angelicales procesiones dentro del alma como un nudo de llanto. Era la madre que sabía hablarle a los muros, a la sombra asilada en su piel, a los retratos. Yo era una más que llegaba para irme rápido detrás del anochecer.
🌷EL SILENCIOSO GRITO DE MANUELA
Manuela, una mujer real.
Escribí esta novela entre 2006 y 2008 y me inspiré en una mujer real como casi todos los personajes de mis historias.
Escribí esta novela entre 2006 y 2008 y me inspiré en una mujer real como casi todos los personajes de mis historias.
Recuerdo que solía, como ahora, escribir capítulos en el blog y la gente entraba a comentar. Se enojaban con el personaje de MANUELA, opinaban que necesitaba ayuda, la asistencia médica de un psicólogo, etc. Yo me reía y les decía que si bien era una persona real, yo misma le había agregado cierto dramatismo a la novela.
Fue una etapa muy enriquecedora que me llenó el alma de diversas opiniones y de intercambio, algo fundamental para quien escribe: la opinión del lector, que no suelo encontrar en algunos medios demasiados fríos.
Sueño con llegar a ese sitial; sin embargo, me conformo con escribir porque para mí es una necesidad vital.
Me gusta ahondar en la parte interna de esas personas que nos acompañan día a día con sus alegrías, fracasos, dudas, sueños y también miedos. Esos temores que a veces ahogan, que no dejan vivir en paz, que es mejor silenciar... Y es allí cuando terminamos enfermándonos... Nos enojamos con la vida y el destino, nos encasillamos, para no ver aquello que nos atormenta.
Manuela no supo o no pudo llevar a sus hijas por un camino feliz porque ella no tenía claro cuál era el sendero apropiado; se equivocaba en todo porque el miedo la paralizaba, no le permitía crecer ni tomar decisiones, dejaba en manos de otros sus propios compromisos y obligaciones. Así era, así la recuerdo...
La quiero porque demostraba su orfandad, su dulzura de niña, sus pasos silenciosos... Nunca levantaba la voz, nunca un reto... solamente rezaba.
Ay, Luján...Esa profundidad intuitiva, que te facilita indagar en el alma de Manuela es todo un regalo de la vida, que te ha permitido ser escritora. Manuela en muchos aspectos me recuerda a mi madre. Ella rezaba siempre, temía y recordaba el primer hijo que perdió con 9 meses..Tenía muchos miedos por nosotros, por nuestras entradas y salidas.Era muy nerviosa internamente y le costaba dominar su carácter.
ResponderEliminarEl silencioso grito de Manuela lo llevas en tu alma, como yo llevo en la mía el silencioso grito de mi madre.
Te dejo mi abrazo y mi felicitación por tus buenas letras, amiga.
Hola querida María Jesús.
EliminarSiempre fui muy observadora, me gusta indagar en el alma humana porque somos tan distintos y tenemos tanto para contar. Mi madre era un poco así también, miedosa de mí, de lo que pudiera pasarme, muy sobreprotectora. Rezaba, no tanto como Manuela, pero tenía carácter. También era muy nerviosa internamente.
Tu madre perdió a un hijo como mi abuela y también como esta Manuela de la novela.
Lo siento mucho, debe ser un dolor que no se supera nunca.
A Manuela la conocí, iba a su casa, la observaba siempre tan insegura, tan niña, nunca un reto, suave, pero tampoco sabía orientar a sus hijas. Solamente tenía miedo a que salieran a vivir... Era muy bondadosa y se apoyaba en Dios.
Gracias amiga por contarme tu historia; mi madre era muy parecida a la tuya. Te mando un abrazo fuerte y mi cariño grande.
Manuela no es justamente mi mamá sino otra mamá que conocí.
ResponderEliminarLa mía tiene su historia en el libro "Querida Rosaura", allí cuento sus pesares también.
Un abrazo.