Las elecciones realizadas bajo el
gobierno de Uriburu no fueron precisamente un modelo de corrección y de
democracia. El candidato triunfante General Agustín P. Justo fue consagrado
mediante un fraude electoral consentido públicamente por las autoridades.
El General Justo, quien había
intervenido en la revolución que derrocó a Irigoyen, fue apoyado por los
radicales antipersonalistas, conservadores y socialistas, los cuales habían
formado una coalición llamada “
Durante su gestión gubernativa se
creó el Banco Central de
Las nuevas industrias, con la
política de sustitución de importaciones, se orientaron hacia los productos
textiles, químicos y mecánicos. En 1935 la producción superó a la agrícola y se
acentuó la concentración del proceso de industrialización entre San Nicolás y
Rosario.
A los eriales de hierbas apenas
maltratados por los cañadones cubiertos de lodo o pajonales de totoras y
cortaderas, sucedían los cultivos formando chacras alambradas de cincuenta o
más hectáreas, cada cual con su casco y galpones donde se guardaban los
elementos de labranza. El ganado en los rastrojos de avena esperaba las cosechas
que se aproximaban con incertidumbre. Cada año un desafío.
Rosaura parecía una zagala de los
campos de Soria. A los doce años ya lavaba pisos, preparaba el locro para los
peones con maíz blanco, charqui, carne de cerdo salada, chorizos, porotos…,
criaba gatos y gallinas y obedecía ciegamente a Magdalena que estaba por dar a
luz a un hijo. Los ecos de tantos rezos habían llegado a oídos del Señor que
les había obsequiado la gracia de una nueva lucerna que ya alborotaba los
trinos y las paltas.
La nostalgia de lo que no pudo ser
había quedado atrás y la familia estaba feliz con la llegada del heredero. No
querían vaticinar el futuro porque todo iba a salir bien. La esperanza se
estrellaba frente a los ojos de duende como musa de nuevos nacimientos.
Las hermanas de Magdalena, que ya
eran consideradas “solteronas” aunque el carácter impetuoso que las dominaba
las llevaría a la tumba, seguían tratando de asolar víctimas sin darse cuenta
de que ellas eran las perjudicadas y que se quedarían solas de por vida. Es que
se veían raras frente a las necesidades
de los demás porque no compartían el perfil de su familia.
Juan José tenía quince años y se
refugiaba en la soledad del granero para resucitar el acordeón del tío Agustín
con sus notas dispares. Era un joven sensible y callado como Juan que no quería
limpiar sus culpas porque no las tenía. A veces, le dolía mucho que su madre
hiciera trabajar tanto a Rosaura en las tareas domésticas. Es que la niña ya
había terminado el sexto grado y para los campesinos se acababa la escuela en
ese momento porque, para seguir estudiando, había que viajar a otra ciudad.
Rosaura en su cuarto, donde el
tiempo era eterno, sentía cierta algarabía
y ya transitaba por las urgencias para llegar primero. ¿Tenía metas?
El tío Agustín, como rastreador de
las pampas, recorría los sembrados y se dirigía por el camino de los bueyes a
la chacra de Bernardo para darse una comilona de asado. En ese banquete, los
dos solos, hablaban de la soja, de las chauchas y de las habas, de la melisa y
del enebro que curaban los músculos, del aceite de oliva que retardaba la
vejez, de las barricas que había en el fondo de la casa y de alguna mujer de
dudosa reputación. Después se dormían bajo la parra mientras el sol les
calcinaba los huesos. No eran viciosos pero sí demasiado indiferentes a los
problemas, sin responsabilidades, condenados al silencio que los miraba desde
sus ubérrimos granos.
Era corrosivo ese ambiente desgastado por el ocio, ese trajinar sin rumbo tratando de seducir a su propio yo; sin embargo, a ellos les parecía que obraban con seriedad y rectitud. Se morían de risa cuando hablaban de los prostíbulos de Pichincha en Rosario como si alguna vez hubieran pisado “las casas de la tolerancia”.
-Nunca se han sentado en el
Parlamento mandatarios directos de los labradores-dijo, de repente, Agustín.
-No, fueron empresarios políticos. Bah…,
todos los gobiernos son lo mismo. No hay justicia.
-Por lo menos se inauguró el
elevador de granos.
-Algo es…-dijo Bernardo mientras
realizaba dibujos en la tierra con la rama que usaba de bastón para caminar por
las malezas-. Es todo fraude.
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