jueves, 10 de octubre de 2024

Querida Rosaura (Cap IV-1era parte)

 


IV

 

 

 

Las elecciones realizadas bajo el gobierno de Uriburu no fueron precisamente un modelo de corrección y de democracia. El candidato triunfante General Agustín P. Justo fue consagrado mediante un fraude electoral consentido públicamente por las autoridades.

El General Justo, quien había intervenido en la revolución que derrocó a Irigoyen, fue apoyado por los radicales antipersonalistas, conservadores y socialistas, los cuales habían formado una coalición llamada “La Concordancia”.

Durante su gestión gubernativa se creó el Banco Central de la República, así como las Juntas Reguladoras de Carne, de Granos, de Vino y la Dirección Nacional de Vialidad.

Las nuevas industrias, con la política de sustitución de importaciones, se orientaron hacia los productos textiles, químicos y mecánicos. En 1935 la producción superó a la agrícola y se acentuó la concentración del proceso de industrialización entre San Nicolás y Rosario.

A los eriales de hierbas apenas maltratados por los cañadones cubiertos de lodo o pajonales de totoras y cortaderas, sucedían los cultivos formando chacras alambradas de cincuenta o más hectáreas, cada cual con su casco y galpones donde se guardaban los elementos de labranza. El ganado en los rastrojos de avena esperaba las cosechas que se aproximaban con incertidumbre. Cada año un desafío.

 

 

Rosaura parecía una zagala de los campos de Soria. A los doce años ya lavaba pisos, preparaba el locro para los peones con maíz blanco, charqui, carne de cerdo salada, chorizos, porotos…, criaba gatos y gallinas y obedecía ciegamente a Magdalena que estaba por dar a luz a un hijo. Los ecos de tantos rezos habían llegado a oídos del Señor que les había obsequiado la gracia de una nueva lucerna que ya alborotaba los trinos y las paltas.

La nostalgia de lo que no pudo ser había quedado atrás y la familia estaba feliz con la llegada del heredero. No querían vaticinar el futuro porque todo iba a salir bien. La esperanza se estrellaba frente a los ojos de duende como musa de  nuevos nacimientos.

Las hermanas de Magdalena, que ya eran consideradas “solteronas” aunque el carácter impetuoso que las dominaba las llevaría a la tumba, seguían tratando de asolar víctimas sin darse cuenta de que ellas eran las perjudicadas y que se quedarían solas de por vida. Es que se veían raras  frente a las necesidades de los demás porque no compartían el perfil de su familia.

Juan José tenía quince años y se refugiaba en la soledad del granero para resucitar el acordeón del tío Agustín con sus notas dispares. Era un joven sensible y callado como Juan que no quería limpiar sus culpas porque no las tenía. A veces, le dolía mucho que su madre hiciera trabajar tanto a Rosaura en las tareas domésticas. Es que la niña ya había terminado el sexto grado y para los campesinos se acababa la escuela en ese momento porque, para seguir estudiando, había que viajar a otra ciudad.

Rosaura en su cuarto, donde el tiempo era eterno, sentía cierta algarabía  y ya transitaba por las urgencias para llegar primero. ¿Tenía metas?

El tío Agustín, como rastreador de las pampas, recorría los sembrados y se dirigía por el camino de los bueyes a la chacra de Bernardo para darse una comilona de asado. En ese banquete, los dos solos, hablaban de la soja, de las chauchas y de las habas, de la melisa y del enebro que curaban los músculos, del aceite de oliva que retardaba la vejez, de las barricas que había en el fondo de la casa y de alguna mujer de dudosa reputación. Después se dormían bajo la parra mientras el sol les calcinaba los huesos. No eran viciosos pero sí demasiado indiferentes a los problemas, sin responsabilidades, condenados al silencio que los miraba desde sus ubérrimos granos.

Era corrosivo ese ambiente desgastado por el ocio, ese trajinar sin rumbo tratando de seducir a su propio yo; sin embargo, a ellos les parecía que obraban con seriedad y rectitud. Se morían de risa cuando hablaban de los prostíbulos de Pichincha en Rosario como si alguna vez hubieran pisado “las casas de la tolerancia”.


-Nunca se han sentado en el Parlamento mandatarios directos de los labradores-dijo, de repente, Agustín.

-No, fueron empresarios políticos. Bah…, todos los gobiernos son lo mismo. No hay justicia.

-Por lo menos se inauguró el elevador de granos.

-Algo es…-dijo Bernardo mientras realizaba dibujos en la tierra con la rama que usaba de bastón para caminar por las malezas-. Es todo fraude.

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QUERIDA ROSAURA
---------------------------Madre, Novelas históricas, retratos literarios, Rosaura, Santas, El amor verdadero, La lucha femenina, Los inmigrantes.

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