El lunes nadie trabajó en la laguna porque cuando Grillito iba a iniciar su canto, o Tomasita, la rana, sus saltos o Perrito Lanudo su vigilancia, oyeron que alguien cantaba con hermosísima voz:
-¡Arroz con dulce yo quiero comer con una cucharita y un alfiler!
-Nunca he oído cantar tan bien. Lorito Paparrica es maravilloso-aplaudió Pepe el patito.
El martes nadie trabajó en la laguna, porque cuando Prudencio Ternerito iba a limpiar su casa o Alfredita, la oveja, su cocina o Tina la gallina sus pollitos, vieron a Luciano, el conejo, que paseaba orgullosamente.
-Debe ser estupendo actuar de ayudante de mago como Luciano, el conejo-dijo Pepe- ¡Y además, duerme todas las tardes la siesta en una galera!-suspiró el patito.
El miércoles nadie trabajó en la laguna, porque cuando Mariela, la perdiz, estaba dispuesta a fabricar su nidito o Eloy, el cerdo, a agrandar su pozo de agua o Federico, el ratoncito, a instalar una fábrica de queso, pasó Céfiro, el potrillito, chacachac, al galope.
-¡Qué suerte tiene Céfiro!¡Corre mejor que el viento!- lo admiró Pepe, el patito.
El jueves Pepe estaba muy triste, muy triste.
-No tengo ganas de ir al mercado de compras con mi canasta de mimbre-dijo.
-¿Qué te sucede, patito?-preguntó en ese instante Rubita, la muñeca rubia.
-Pues, yo no sé cantar como Paparrica, no ayudar a un mago como Luciano, no correr como Céfiro... No sé hacer nada-comenzó a explicar Pepe.
Pero Rubita, mientras hablaba su amigo, vio pasar a Dorotea, la mariposa. Dio un salto para alcanzarla, luego otro... y...
-¡Socorroooo!¡Me caí al aguaaaaaa!-gritó Rubita, desde la laguna.
-¡Socorroooo!¡Se cayó al aguaaaa!¡Sálvenla!-gritaron todos.
Pepe de una zambullida, llegó hasta Rubita que estaba verdaderamente asustada.
-Espera, yo te ayudaré... Tómate de esta canasta-explicó Pepe alcanzándosela.
Rubita ya había tragado bastante agua pero, animada por el patito, se trepó a la canasta. Un aplauso y un montón de ¡Vivas! premió la hazaña de Pepe que con gran facilidad pudo arrimarse hasta la orilla.
-¡Viva Pepe, el mejor nadador de la laguna!-exclamaron los animalitos.
Rubita se secó con una toalla, se hizo de nuevo los rulitos, dejó el miedo por ahí y regresó de inmediato.
-Pues acá tienes un gorrito para ti y un par de anteojos negros... y muchos besos-dijo la muñequita abrazando a su amigo.-¡Serás un pato importantísimo!.
Ahora Pepe era tan famoso como el más famoso de los habitantes del lugar.
A la mañana siguiente tampoco se trabajó... La verdad es que nunca se trabaja en la laguna porque todos tenían que cantar:
-¡Arroz con agua
ya puede llover,
tenemos un paraguas
y un cascabel!
¿Lo cantamos también?.
Cuento de Inés (1962)