lunes, 5 de octubre de 2020

"La madurez es el momento en que uno recupera la inocencia" (Marty Rubin)

 


-Las noches se dibujan con sueños, sabes-le decía a Milo que la miraba arrobado con un sopor de gato aniñado.-En el cielo está Santiago que llora porque quiere regresar; en ese momento tiembla la tierra y se desprenden los cristales para formar nuevas estrellas diamantinas donde irán a vivir otros bebés.
Rosaura estaba obsesionada con ese firmamento abovedado y mágico que parecía arrastrarla a los confines. Se aferraba a un vestigio de ternura en un coloquio íntimo, a vuelo de pájaro, para inventar vivencias con palabras imaginadas.
-¡Ven a cambiar a Rubén!-se escuchó una voz.
Magdalena la estaba llamando para que fuera a atender a su hermano porque ella estaba haciendo la comida.
Había olor medicinal en ese cuarto; los eucaliptos daban sombra sobre la ventana y en el borroso espejo se veía una imagen: la madre-niña que sabía lo que era la melancolía porque alguien la había elegido para ocupar ese lugar, para servir a los demás sin pedir nada a cambio.

L.Fraix

La madurez es el momento en que uno recupera la inocencia. Marty Rubin

---------------De QUERIDA ROSAURA
                            ¿Cuánto dura el amor?
                                        La eternidad.

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ARGENTINA
-1923-

LA PROBLEMÁTICA SOCIO-ECONÓMICA DE LOS ARGENTINOS EN ESOS AÑOS.
¿CÓMO VIVÍAN LOS AGRICULTORES HUMILDES EN LAS PAMPAS DEL SUR?

Rosaura Waner fue una persona que no supo disfrutar ni entender la vida. Se entregó a los demás como si tuviera que cumplir una misión.

Amó a su madre Magdalena quien reprimió, desde niña, sus deseos más queridos; la obligó a ser una mujer y a llevar sobre sí las cargas de un adulto.

No disfrutó de los momentos por hallarse inmersa en un pasado que le dejó secuelas hondas: la muerte temprana de Magdalena y la de su hermano Juan José de treinta y cinco años. Si su madre no hubiera fallecido, ella no se hubiera casado.

Rosaura vivió para para llorar de la mañana a la noche a sus muertos, para velar por su hermano menor, Rubén, hasta el último día. A María, su hija, la cuidó como un tesoro que le costó mucho concebir. Sintió terror por su salud porque conocía de memoria el sabor de las ausencias; ahogó su juventud con reclamos absurdos y extendió la doctrina de su madre hasta el final de su historia. Según sus propias palabras amó a un Dios que le arrebató la vida



¿Puede una mujer vivir para los demás solamente para ser querida, quedarse detenida en el pasado llorando a sus muertos e ignorar, de alguna manera, a su esposo e hija?

¿Cuál será el porvenir de mi pasado?
José E. Pacheco

2 comentarios:

  1. Una reflexión muy cierta. Me ha encantado tu blog, me quedo de seguidora y te invito a que te pases por el mío si te apetece.
    Un abrazo y que tengas un buen día.

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    Respuestas
    1. Gracias Rocío, son fragmentos de novelas mías e interpretaciones del texto.
      Gracias por seguirme, voy a tu sitio. Un abrazo.

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