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"Estoy solo y no hay nadie en el espejo" (Jorge Luis Borges)


Gregory Frank Harris


Sus hijas tomaban el té con bizcochos de bananas y una querelle de dulce de leche y crema, sentadas bajo el espinillo o "aromo del perdón". Se reunían con las amigas en las tardes de sol; de allí miraban a los hombres que cruzaban las avenidas en las galeras. Ellas pensaban que la juventud sería eterna y que nadie les quitaría la notoriedad ni el dinero, pero también entendían, muy en el fondo, que estaban cada vez más solas. De todas maneras, vivían el presente con la parsimonia de un viejecito que ya ha cumplido con la vida. Imperfectas como los días, ellas no tenían olor a pueblo.

-¡Por favor!-se escuchó un grito que venía desde la sala de las visitas.

Estoy solo y no hay nadie en el espejo.


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Querida Rosaura. ¿Cuánto dura el amor? La eternidad

ARGENTINA
-1923-

LA PROBLEMÁTICA SOCIO-ECONÓMICA DE LOS ARGENTINOS EN ESOS AÑOS.
¿CÓMO VIVÍAN LOS AGRICULTORES HUMILDES EN LAS PAMPAS DEL SUR?

Rosaura Waner fue una persona que no supo disfrutar ni entender la vida. Se entregó a los demás como si tuviera que cumplir una misión.

Amó a su madre Magdalena quien reprimió, desde niña, sus deseos más queridos; la obligó a ser una mujer y a llevar sobre sí las cargas de un adulto.


No disfrutó de los momentos por hallarse inmersa en un pasado que le dejó secuelas hondas: la muerte temprana de Magdalena y la de su hermano Juan José de treinta y cinco años. Si su madre no hubiera fallecido, ella no se hubiera casado.

Rosaura vivió para para llorar de la mañana a la noche a sus muertos, para velar por su hermano menor, Rubén, hasta el último día. A María, su hija, la cuidó como un tesoro que le costó mucho concebir. Sintió terror por su salud porque conocía de memoria el sabor de las ausencias; ahogó su juventud con reclamos absurdos y extendió la doctrina de su madre hasta el final de su historia. Según sus propias palabras amó a un Dios que le arrebató la vida.

¿Puede una mujer vivir para los demás solamente para ser querida, quedarse detenida en el pasado llorando a sus muertos e ignorar, de alguna manera, a su esposo e hija?

¿Cuál será el porvenir de mi pasado?
José E. Pacheco

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