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Todas las horas





Obras de Jessie Willcox Smith

"Las hojas verdes
en las baldosas rojas
infancia pura"




La niña está sola.
El piso del cuarto es de mosaicos grises.
A un lado de la cama, hay un velador con flores
y un banquito de madera,
al otro una muñeca triste.
Escucha las campanas de la iglesia y 
el murmullo de las monjitas, recuerda su cuento
preferido "El Gallito Crestita".
Sonríe... Es feliz.




De pronto, crece y su vida se llena de juegos
y de gente,
sus manos abrigan fábulas, gatos y rosas.
Siente una inspiración de duende
que ronda en su alma donde nace el agua
de todos sus llantos, la inocencia madura de sus ojos negros, 
las huellas que dejan Alfonsina,
Quiroga y Juan Ramón Jiménez...
Mark Twain aparece después
en la piel de "Príncipe y Mendigo"
cuando las horas se exilian entre los muñecas
y los gorriones picotean las cerezas rojas.




Duermen en los libros Mariano Moreno
y Magallanes
mientras eleva su voz el Himno Nacional
en las mañanas de esos inviernos
con banderas, hojas muertas 
y silencio de capilla.
Habita el "Martín Fierro" en su mesa de luz 
y las sombras de Sherlock Holmes
y Agatha Christie.
La niña crece.
Siente los años como siglos
y la muchedumbre golpear a la puerta.




Forma secuencias de momentos ficticios
con sueños que ama y que no puede concretar;
traza el mapa de un camino árido 
dejando detrás a Nerón y su locura,
a la reina Isabel I,
a los viajes al campo 
y a su metrópoli de símbolos...
Está quieta en su laberinto de ilusiones salvajes
cuando las águilas la acosan
y transforman su sonrisa en eterna melancolía.
Percibe una sensación de desconsuelo 
sobre el umbral de la adolescencia.




Lentas carretas cruzan los caminos bajo el sol que quema;
la joven sube y se aleja...,
la acompañan los héroes de sus libros:
Aureliano Buendía (Cien años de soledad),
Eva Luna,
Catherine Earshaw (Cumbres Borrascosas)...

Ya es grande.
Junto a la nieve y al enigma de la felicidad soñada
escribe historias con aplausos
mientras sus ojos húmedos
intentan borrar las palabras.
La niña de mirada sin tiempo
detiene las agujas del reloj
y se va de la habitación rosa,
no quiere imaginar más
porque su cuento la hace llorar.

Luján Fraix 
Cuento de 1995



Texto publicado
en el diario "La Prensa". Buenos Aires.
Premiado
en el concurso de cuentos  A.D.E.A