De repente, se escucharon unos gritos que venían desde la calle y se asomaron a mirar. Era una mujer, una india joven, que corría desesperada hacia el río. Detrás iba un hombre mayor que ella, de unos cuarenta años, que parecía amenazarla con sus insultos. La muchacha lloraba.
Frente a la puerta de la casa, se asomaron doña Ramona y su sobrina Francisca que habían estado tomando mates en el patio, tratando de refugiarse del viento.
‒Allá va Aluen, ¡pobre muchacha! Otra vez el Manuel no la deja en paz.
‒¡Es tan buena! No parece indígena, se nota que está educada por los patrones ‒respondió Francisca.
‒Es que cuando estuvo en esta casa le enseñamos algo de castellano, mientras nos ayudaba en las labores diarias. ¡Oiga, don! ‒le gritó a Pedro‒. ¿Por qué no la ayuda?
Pedro Medina salió detrás de ellos sin que se lo dijeran dos veces. Alcanzó a atrapar a Manuel que estaba algo agotado por la persecución. Pedro lo tomó del cuello de la camisa que llevaba desabrochada y le preguntó con un tono brusco y desafiante como solía hacerlo siempre:
‒¿Qué quiere con la india?
‒¡Está en mi casa! ¡Qué le importa!
‒No sé, pero sospecho que por algo se escapaba y que usted es el culpable. ¿Me equivoco?
‒Si cree que me va a intimidar porque es un soldado está muy equivocado. ¡La busco, sí! Y ya sabe para qué…
Pedro le dio un empujón y lo dejó de cabeza en el lodo, sin poder moverse, y sin reaccionar. Le dolía todo el cuerpo. Manuel era el dueño de la casa donde Aluen trabajaba por comida y por una pieza. Él tenía esposa y dos hijas, pero le gustaba aquella hermosa nativa de ojos verdes y de pelo largo. Es que era bella y frágil, manipulable, tan etérea como un ángel, indefensa pero brava.
Pedro la buscó, pero ella se ocultó en la iglesia.
Manuel había escuchado que don Guardiola había perseguido hasta el cansancio a la negra Juana.
‒Te daré tu libertad a cambio de unos favores.
La Patagonia rebelde, la Patagonia argentina
💦
Aluen
que placer volver a leerte a ver tu imagen tus palabras querida amiga mil abrazos
ResponderEliminarGracias amiga, sigo adelante. Necesito sostenerme. Muchos abrazos.
Eliminarno sabia que eras argentina El abazo va doble bella muchacha
ResponderEliminarque lindo que escribes
Sí, amiga y tú también creo.
EliminarGracias por venir. Tu sitio es especial y escribes de maravillas.
Nos conocemos desde hace tiempo.
Abrazo grande.