Ten Fao Lin, el hombre más viejo de la aldea, se detuvo ante la puerta de la casa de su hijo. Sentada en el umbral, su nieta Shao Tao lloraba. El anciano acarició el negro cabello de la niña, contorneó su rostro y secó una lágrima que corría por la mejilla de la hija de su hijo.
-¿Por qué, Shao Tao, lloras tan amargamente?
-Abuelo-dijo la pequeña-he oído decir que el tigre devorador de hombres ha vuelto al bosque y temo por los míos y lloro por mi padre.
-Pero tu padre jamás entra al bosque. Sólo tu madre acude allí por leña.
-Lo sé. Oh anciano! Y también lloro por mi madre.
-Pues enjuga tu llanto. Si tu madre va al bosque, la escolta tu hermano.
-Es cierto, abuelo. Pero el caso es que también lloro por mi hermano.
-Pero él, Shao Tao, es el mejor cazador de la comarca. No debes llorar, ya que Xao Lin, tu hermano, de seguro acabará con la fiera.
-No lo dudo, abuelo. Pero no cesarán mis lágrimas, ya que también... También lloro por el tigre.
Héctor Rubini (Buenos Aires)
Trabajo premiado en el concurso de Edit. Tusquets, Barcelona, España. "Relatos hiperbreves". Antología "Quince líneas"