Duérmete, mi niño indio;
el sol está bien dormido
en el bronce de tu piel...
tú sabes dormir también.
Duérmete, mi niño indio;
en lo alto está dormido
titilando aquel lucero
que te alumbra desde el cielo.
Duerme el agua en la ribera
y soñando ya está el sauce.
¿No escuchas cómo suspira
cuando el viento lo acaricia?
Duérmete, niñito indio;
ya se han dormido en el río
los inquietos camalotes
que se mecen en la noche.
Cierra tus ojitos negros
donde está aleteando el sueño.
Déjalo bien escondido
y duerme, mi niño indio...
autor anónimo