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Una de Piratas



El pirata Sinbarba no duerme a la noche
por miedo a los fantasmas.
Y a la mañana,
está tan dormido que no sirve para nada.
Lo destierran por mal pirata
y encuentra la solución a su problema 
en una isla desierta,
donde un búho
que vela su sueño,
vigila la llegada de los fantasmas por la noche.

Esta obra,
por medio de este personaje tan humano
y poco convencional,
plantea a los más pequeños
algunas de sus preocupaciones y problemas.
El miedo y la soledad.

Del libro
"Sinbarba y los fantasmas"
de Ricardo Alcántara.

Ruego del Libro


(fragmento)

He aquí, niña mía,
que me han hecho tu amigo;
he aquí que cada día
conversarás conmigo.

Ponme ropa oscura,
la ropa de labor;
trátame con dulzura
cual si fuera una flor.

No me eches manchas
sobre la nieve del semblante;
ni pienses que recobre
su lámina brillante.

Gozarás, cuando veas
qué hermoso me conservo.
Sufrirás, si me afeas,
del daño de tu siervo.

Mis hojitas nevadas
piden sólo un favor;
de tus manos rosadas
un poquito de amor.

Gabriela Mistral.



Recuerdo que mi primer libro
me lo regalaron a los tres años
y se llamó
"El gallito Crestita".

Del amor, a la vida



En el sueño, o tal vez en la vigilia, he visto o he creído ver al duende del amor. Cautelosamente vino hacia mí y con su inconfundible voz (alegre y melancólica a la vez) me habló así:

"Soy el amor. El amado amor.
Soy quien hiere, quien lacera el corazón.
Yo soy el que cautiva,
el que hechiza,
el que somete.
El que sin concesiones
de todo se apodera.
Yo soy la fuente,
desde mi fluye un caudaloso río
de incontenible fervor.
Cuando me hayas visto
y mi voz haya penetrado en tu entendimiento
y en tu corazón,
el mundo se hará para ti
súbitamente más bello
y oirás el canto de las aguas cristalinas,
verás los colores mágicos del cielo 
y percibirás maravillado
la increíble variedad de fantasía
que late escondida en los rincones,
en las huertas,
en una esquina cualquiera,
o en el preciado silencio de alguna tarde.
Cuando mis flechas lleguen a ti
mirarás atento como un centinela
y verás el amor."

Después de decirme esto se marchó velozmente.

Una tenue lluvia comenzó a caer sobre la tierra y antes de lo previsto mis ojos me avisaron que el amor estaba ahí, muy cerca, casi pegado al corazón de la humanidad.

Gerardo Theyler

La otra vida




La otra vida es de aquella niña,
que creció entre violetas y florecillas.
La otra vida es de aquella niña,
que caminó entre los cardos azulados
acariciando plumerillos de algodón.

La otra vida es de aquella niña,
que conversaba por las noches con la luna,
imaginando hombrecillos de misterio.
La otra vida es de aquella niña,
que jugaba entre los surcos dorados
acariciando los frutos de la tierra.

La otra vida es de aquella niña,
que nunca dejó el silencio del atardecer,
ni olvidó el perfume de las azucenas
en primavera.

La otra vida es de aquella mujer,
que viven en esa niña tierna
remontando barriletes en invierno,
y abrazando los frutos de los ciruelos
trepada de sus ramas en verano,
imaginando que desde allí
las estrellas estarán más cerca.

La otra vida es de aquella mujer,
de la otra,
de la vive en esa niña tierna,
de la que añora aquellos atardeceres
con aroma a florecitas de durazno,
iluminados con los destellos de su otra vida...

DE SU INFANCIA.

Gabriela Bozikovich